Cómo cuidar nuestra salud mental durante la pandemia de COVID-19
Por: Psic. Nereida Chávez Larios
Hasta hace unos meses la mayoría de personas llevábamos una vida en la cual teníamos establecidas algunas rutinas, y/o actividades diarias, estábamos expuestos a algunos estresores que no tenían mayor relevancia, salvo algunas situaciones específicas. Sin embargo, todo esto comenzó a modificarse a partir de que tanto en medios internacionales como nacionales fue tomando relevancia el tema del coronavirus (COVID 19), la cual es una enfermedad infecciosa causada por un coronavirus recientemente descubierto. Ante la rápida propagación del virus se generaron estrategias con el fin de evitar el número de contagios en nuestro país. Dentro de dichas estrategias se destacan, la sugerencia de extremar medidas de higiene, realizar un aislamiento de la sociedad al quedarse en casa, mantener un distanciamiento social al realizar actividades fuera de nuestros hogares, en aquellas personas con síntomas que pudiesen sugerir la portación del Covid-19 se ha pedido realizar una cuarentena, entre otras más recomendaciones emitidas por autoridades sanitarias.
Debemos tener en claro que esto ha representado un cambio repentino y abrupto en nuestros estilos de vida, hábitos, economía, en el ámbito laboral y en la manera en que socializamos, nos relacionamos, entre muchos otros; tales situaciones para algunas personas pudiesen representar cierta dificultad de adaptación que solo les tomara algunos días para poder asimilar la nueva situación, pero para algunos otros derivado de esta situación pueden experimentar cambios en sus emociones, conducta, e incluso generar algunos síntomas relacionados a enfermedades mentales.
Recordemos que nuestro organismo tiende a encontrarse en un estado de equilibrio llamado homeostasis, sin embargo, pueden existir factores externos que lleven a romper ese equilibrio, estos factores se pueden asociar al distrés, el cual se entiende como un tipo de estrés que nos paraliza, nos puede llevar al colapso y se puede asociar con la generación de algunos síntomas físicos y psicológicos, dentro de los cuales podemos destacar el llanto, irritabilidad, consumo de sustancias, dificultad para tomar decisiones, anorexia o alimentación excesiva, pensamientos de culpa, tensión, impulsividad, insomnio, dolor de cabeza, colitis, gastritis, hipertensión arterial, hasta puede llegar a generarse un cuadro depresivo y en el escenario más grave, el suicidio.
También, es importante mencionar que debemos entender que es normal sentir miedo, pues estamos ante una situación desconocida, nueva, y que nos hace sentir frágiles, sin embargo, debemos tener en claro que se requerirá atención especializada cuando este miedo se trasforme en pánico, el cual será un miedo inapropiado, excesivo que genera hipervigilancia y que puede ir acompañado de síntomas ansiosos como son sudoración, dificultad para respirar, hormigueo, entumecimiento en algunas partes del cuerpo, sensación de calor sin causa aparente, temblor en las piernas, incapacidad para relajarse, miedo a que suceda lo peor, mareo, aturdimiento, terrores, nerviosismo, sensación de ahogo, sobresaltos y que si se presentan por un lapso de tiempo prolongado incluso pueden configurar un trastorno de ansiedad o de pánico según sea los síntomas que predominen.
Otra situación que se ha excarcelado a partir de esta contingencia es la violencia familiar, la cual de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos es un acto de poder u omisión intencional, dirigido a dominar, someter, controlar o agredir física, verbal, psicoemocional o sexualmente a cualquier integrante de la familia, dentro o fuera del domicilio familiar, por quien tenga o haya tenido algún parentesco por afinidad, civil, matrimonio, concubinato o a partir de una relación de hecho y que tenga por efecto causar un daño. Es por ello, que se debe tener en cuenta que ante este aspecto hay mucho que se puede hacer, pues existen diversas instituciones dedicadas a orientar y proteger a las víctimas de violencia familiar, así como de sancionar a quienes la ejercen.
Derivado de lo anterior, a continuación se enlistan una serie de recomendaciones que pueden fungir como factores protectores para salvaguardar la salud mental durante el Covid-19:
Atender posibilidades las recomendaciones de autoridades sanitarias y aumentar las acciones de higiene.
Mantener una alimentación balanceada.
Actividad física en casa.
Ejercicios de relajación y de respiración (como puede ser la respiración diafragmática).
Mantener una adecuada higiene del sueño, evitando dormir durante el día y si es necesario solo realizar una siesta de 30 min, no despertar muy tarde y por ende evitar dormir retrasar nuestra hora de dormir, no exceder el consumo de café y azucares, así como evitar el sedentarismo. Los ejercicios de relajación y respiración se pueden realizar antes de dormir para lograr conciliar el sueño y prevenir el insomnio. Desconectarnos de redes sociales y televisión por lo menos una hora antes y apagar las luces.
Atención plena (mindfulness), en la cual se busca que la persona acepte la situación de forma realista y más que enfocarse en las preocupaciones, se debe buscar enfrentar con sus recursos psicológicos el problema.
Evitar el consumo de sustancias psicoactivas.
Generar una rutina lo más posible apegada a nuestra rutina normal, brindándonos nuestros ciertos lapsos de tiempo para el ocio, ya sea para ver películas, series o visitar las redes sociales.
No sobresaturarse de información y solo revisar información en medios confiables.
Compartir tiempo de calidad y calidez en familia.
Hablar por teléfono con personas que aprecias y que te hacen sentir bien.
Colaborar en tareas del hogar, realizar tareas escolares, lecturas y juegos de mesa.
Ser solidarios en la medida de nuestras posibilidades y propositivos.
Tratar de mantener un buen humor puede ayudar a liberar tensión.
Informar a la familia sobre el estado de ánimo y si llegamos a presentar algunos síntomas.
Buscar ayuda profesional de la salud mental, ya sea un psicólogo o psiquiatra si notamos una exacerbación y prolongación de los síntomas.
Por último, pero no menos importante, debemos tener en claro la importancia de la consciencia social y de que en estos momentos debemos mantener una visión colectiva y dejar de lado los individualismos, ya que ante esta situación entre más responsables, tolerantes, solidarios, respetuosos y unidos (metafóricamente hablando); seremos más fuertes y podremos sortear de mejor manera el impacto psicológico negativo. Si incidimos de manera eficaz en nuestra salud mental, podremos realizar grandes contribuciones a nuestra salud física.