Por: Ernesto Pacheco Cáceres
«No perdiste a nadie, te perdieron a ti. Recuérdalo siempre». Antoine de Saint-Exupéry
Cuando AMLO le prometió a los mexicanos una cuarta transformación, haciendo referencia a tres procesos históricos transformadores de este país, como lo fueron La Independencia, La Reforma y La Revolución, “Se puso la vara muy alta”, como dice el dicho popular.
Es evidente que la sociedad mexicana exigía un cambio, que el sentimiento de hartazgo estaba ligado a la corrupción, la violencia, la falta de empleo, las devaluaciones; entre otros tantos temas, los cuales supo encuadrar en una fórmula ganadora: “Reconoció el problema, diseño la solución y represento el personaje del héroe” convirtiéndose en “La esperanza de México”.
Para el que escribe, esta cuarta transformación debería ser más precisa, es decir, delimitar sus temas, manejar indicadores que nos permitan medir los avances, pensando que incluye cuestiones relevantes para el país, como el combate a la corrupción, cerrar la brecha de desigualdad social, la lucha contra la impunidad, la transparencia y manejarse como un gobierno austero.
En estricto sentido, deberíamos estar viendo los avances en algunos de estos rubros o tener la claridad de que los detiene o quiénes son los culpables del retraso de esta tan anhelada transformación, si son errores del gobierno, malas decisiones o la oposición, que de plano no permite los avances; revisemos algunos casos.
Como error de gobierno, se podría señalar el caso de las conferencias mañaneras, que le han permitido a AMLO mantener un contacto permanente con la población, establecer la agenda, tener mayor cobertura, seguir posicionando su nombre, sin embargo; también, ha dejado su imagen expuesta al permitir a la prensa cuestionar e interrogar en las conferencias, que más de las veces evidencia desconocimiento de temas, falta de datos estadísticos o mal manejo de la información.
Como ejemplo de una mala decisión, podríamos señalas a las tan socorridas consultas públicas, las que ha manejado como su herramienta fundamental para establecer a su antojo proyectos como el tren maya, la refinería de Dos Bocas, las pistas de Santa Lucia, sin metodología que les den soporte y fundamento, ni cumplir estándares internacionales, y sí manipulando a la ciudadanía, permitiéndoles decidir sobre asuntos que deberían ser abordados por especialistas en la materia o por los funcionarios públicos responsables legalmente de tales decisiones, mandando un mensaje desafortunado a los inversionistas, de que en México las cuestiones legales se resuelven pidiendo a la gente que alce la mano.
Cuando hablamos de la oposición que no permite el avance, sin duda debemos mencionar las campañas de golpeteo mediático creadas por los conservadores, como les ha llamado AMLO permanentemente a sus críticos, esos personajes que refiere están dedicados a manipular la opinión pública, a cuestionar ahora todo a través de periódicos, a columnistas, expresidentes, redes sociales y recientemente asegura se ha pagado a figuras públicas para criticar la transformación del país, sin dejar de señalarlos sin tapujos en las mañaneras.
Avances esperados que no se ven, y que los 30 millones de ciudadanos que respaldaron a AMLO, los convencidos por la batalla frontal contra “la corrupción”, o aquellos que decidieron por ese hombre crítico con una honestidad a prueba de todo, aún esperan ilusionados, no sólo del presidente y su gabinete, sino de sus 258 diputados y 59 senadores que le dan la mayoría para construir esta transformación, sin embargo; pareciera que están en contingencia y atendieron bien el “quédate en casa”.