Por Teresa Da Cunha Lopes
Por un grande movimiento de solidaridad para con todas las víctimas de la pandemia. O sea por tod@s nosotr@s.
¿Dónde están las grandes olas de solidaridad, tan definidos del alma de México, que surgen en momentos como los sismos, y que ahora son tan necesarias? Los «miedos» se combaten con empatía, las batallas se ganan con gestos que transplantan esa empatía para la realidad concreta del cotidiano.
Solidaridad no es sinónimo de «concentraciones», si no de apoyo. Apoyar al personal de salud en sus dislocaciones, en su necesidad de reposo y de turnos, por ejemplo. En su necesidad de que le llegue comida ya preparada.
Solidaridad significa ayudar a fabricar y distribuir mascaras caseras. Crear videos educativos, cortos a distribuir en televisión abierta, para los niños que tienen tareas en casa y que muchos padres no pueden apoyar.
Solidaridad es hacer el mandado de la vecina/o adulto mayor cuando vamos hacer el nuestro. Solidaridad es usar máscara en todas las salidas (y reducir estas al mínimo).
Solidaridad es tomar el tiempo presente, de disfunciones para pensar un futuro de sinergías. Solidaridad es intentar hacer más simple el trabajo de los que no pueden parar: los que producen alimentos, los que los transportan, los que aseguran que haya luz, agua, recoja de basura, seguridad en las calles. Comunicaciones, funcionamiento de la red de las redes, flujos de información. Ciclos de producción, clusters de innovación. Solidaridad es decir NO a las violencias sociales. Tolerancia cero contra la intolerancia. Solidaridad es vivir. Solidaridad es estar (no necesariamente presente) con todos los que pasan en este momento por el dolor de una pérdida.
Solidaridad es saludarnos de ventana a ventana. Enviar el pequeño mensaje en Facebook. Solidaridad es no difundir rumores ni fake news. Solidaridad es publicar soluciones simples para refecciones familiares que ayuden a mantener sana a la familia.
Solidaridad es que tod@s se repartan tareas domésticas. Solidaridad es compartir una canción. Solidaridad es tener autodisciplina sin tener vergüenza de mostrar emociones. Solidaridad es ser crítico sin perder el sentido de unidad. Reivindicar los derechos fundamentales conquistados sin transformarse en talibán de abstracciones ideológicas fatales en las circunstancias concretas que vivimos.
Leer un cuento al niño antes de dormir. Escuchar un poco más al otr@. Dejar que el adolescente cierre la puerta del cuarto durante dos o tres horas. Agradecer cada minuto de paz y de salud.
Y, si la solidaridad necesita de un punto de partida que la transforme en socialmente gratificante, porque sólo así algun@s se despiertan de su egoísmo, pues a hacerlo, a crear ese movimiento.
Sin miedos, con empatía. Sin quiebras, con humildad. Sin pudores, con la reivindicación de que es necesario, es urgente , es sanador de esta grande soledad del confinamiento y contra el pánico individual y de masas. Hoy por quien es portador, mañana por mí, por tí que puedes ser el (la ) próxima víctima. Pandemia significa eso, que no podemos individualizar, que la estrategia errada es discriminar, que abandonar lo que nos hace humanos , la fraternidad es la derrota de toda nuestra humanidad.
Y, si cómo lo comenta mi grande amigo, y luchador social Luis Ventura De La Rosa, «la solidaridad se da por chispazos», pues entonces que cada un@ de nostr@s sea un detonador de ese chispazo.