Por: Emiliano Martínez Coronel.
La implementación de la fase 3 del coronavirus (COVID-19) es inminente; hemos entrado ya al contagio epidémico, ya la enfermedad se encuentra en todos los Estados de la República; por lo tanto, el tiempo de los médicos y del personal del área de la salud ha llegado con una mayor intensidad. Es una prueba más para los mexicanos que será soportada fundamentalmente por estos profesionistas, pocas veces reconocidos y siempre mal remunerados. El estado de cosas ya no puede cambiarse, con lo que tenemos de personal se tiene que hacer frente a un enemigo silencioso que ha trastocado la vida en todos los ámbitos.
Es un reto de dimensiones extraordinarias que requiere en principio una gran coordinación y compromiso de todos los sectores y entes involucrados. En esta etapa ya no valen discursos políticos o titubeos, cifras maquilladas y distracción de la realidad, no debemos permitir que eso suceda y los gobiernos deben olvidar estas prácticas.
Llegaremos a la fase 3 con un gran déficit de médicos, insuficiente para cubrir las necesidades que implicará el azote de la pandemia en la población mexicana. El propio presidente Andrés Manuel López Obrador, en julio de 2019 manifestaba que faltaban 200,000 mil médicos para atender las recomendaciones internacionales, de esa cifra 130,000 médicos generales y 70,000 especialistas.
En octubre de 2019 La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en las estadísticas de salud en México, situaba a nuestro país entre los que menos invierte en el rubro, muy por debajo de lo recomendado internacionalmente, con poco personal, presupuesto e infraestructura.
Por este déficit, en este momento se requiere adoptar estrategias funcionales partiendo del déficit de personal e infraestructura, tomando en cuenta la experiencia de los países europeos -principalmente Italia y España- donde han colapsado sus sistemas institucionales de salud. Es indispensable tomar el ejemplo para adoptar medidas que nos permitan enfrentar con éxito la mayor amenaza de salud pública.
Ya no hay vuelta atrás, la enfermedad se encuentra en todo el territorio, los datos arrojan que lo mismo afecta a personas adultas que a jóvenes o menores. Se encuentra en plena expansión, esa es la realidad innegable.
La falta de precauciones o medidas oportunas generará responsabilidades políticas y administrativas, de eso no me queda duda; pero esos temas serán parte de una etapa por venir, también inevitable, pasada la parte crítica de la pandemia.
Por lo pronto, es tiempo de médicos y personal de salud. No hace falta recordarles el juramento hipocrático, porque estoy seguro del alto compromiso que tienen con la salud de sus pacientes; creo firmemente en su profesionalismo y que no dudarán en arriesgar la propia vida para atender debidamente a todos los pacientes en esta contingencia extraordinaria.
Médicos, enfermeras y personal de salud, son personas de carne y hueso, con familia e ilusiones, mexicanos como todos; hoy les toca esta batalla, es cierto, ahora son héroes y consecuentemente afloran los reconocimientos, las porras y algún día vendrán los diplomas y homenajes a los caídos. Quizás algunos desertarán de la línea de batalla, pero creo que serán los menos; el compromiso y la vocación les hará dar un esfuerzo adicional por la salud de todos nosotros.
La unidad y la solidaridad de todos será factor indispensable para que salgamos adelante. La división debe quedar atrás, ya no es político el asunto, es de supervivencia. Debe preocuparnos la cohesión social, que las condiciones que vengan no alteren nuestra sociedad y que las modificaciones sean positivas para todos. No debemos permitir trastornos sociales que agraven las cosas, eso no debe caber bajo ninguna premisa.
Se respira un ambiente de incertidumbre y de miedo, no tenemos claro lo que nos depara el desarrollo de la enfermedad, por lo pronto el coronavirus ya cambió al mundo, no sabemos cuánto, pero las modificaciones serán de grandes dimensiones. No solo la economía va a cambiar, también la sociedad, las formas de convivencia, las ideologías, la naturaleza, será un cambio de paradigmas que tocará todos los ámbitos de la vida; el reto es encaminar estas trasformaciones de manera positiva.
La pandemia llega en la era de la ciencia y la tecnología. Todos contamos con teléfonos móviles, computadoras y otros aparatos que hacen la vida mas llevadera. En esta vorágine de avances científicos a muchos países se les olvidó invertir en el rubro de la salud atendiendo las recomendaciones internacionales. Las consecuencias ya las veremos, solo esperamos que no sean catastróficas.
Tiempo de pandemia, tiempo de médicos, no hay de otra.
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