Por: Leovigildo González
Lo sucedido en Badiraguato, no debió pasar, la agenda de un hombre de Estado debe ser debidamente revisada, hay hechos que no pueden ser evidentes, el saludo a la mamá de uno de los narcotraficantes que dejó a su paso muerte y destrucción no es buen mensaje a la Nación.
Los descuidos se pagan caro, el representante del poder Ejecutivo estuvo en riesgo, su equipo lo sabe, y lo que observamos es hasta una ‘camaraderia’ con la familia y el abogado de un capo a quien se le atribuye decenas de homicidios, corrupción, narcotráfico y lavado de dinero.
Si el Presidente deja a la señora con la mano estirada, nadie lo hubiera notado, no sólo eso, fue llevado hasta donde ella se encontraba, grabado a través de celulares y la investidura expuesta.
El mensaje es equivocado en un país sumido en la violencia, que deja huérfanos, viudas, y un clima de ingobernabilidad que va más allá de quién se encuentre al frente del poder.
En el pasado, no sé si ahora sea así, había equipos de expertos que analizaban los vericuetos de la agenda presidencial, y de los altos funcionarios, obteniendo información y evaluando la pertinencia de cada encuentro de carácter público.
Se hacían tarjetas e informes para que el funcionario tuviera la certeza de que la reunión sería provechosa y sin complicaciones mayores. Cuando había riesgos, estos se manifestaban y se ponderaba la necesidad con la prudencia
Todo eso parece se perdió, ya que no hubo un equipo que le dijera al Presidente que una reunión podría mandar un mensaje totalmente erróneo, no sólo a quienes gobierna, también a nivel internacional.
Y es que aún no se olvida el operativo fallido de Culiacán, Sinaloa, en dónde el primogénito de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, provocó una guerra para que finalmente fuera liberado, el mensaje ahí fue el sometimiento de las fuerzas armadas ante el crimen.
En todo ese contexto, está la figura del Presidente, no se trata de aprobación que seguramente le pegará, es de un hecho de Estado, en dónde la investidura presidencial estuvo en completo riesgo.
Faltó un Estado Mayor, que le avisará, los escoltas que trae el Presidente, parece no pueden avisarle de los riesgos que hay y no necesariamente físicos, también de investidura, se pierde la solemnidad para ganar una imagen popular que lejos de abonarle, deja entrever un Presidente débil.