Por Teresa Da Cunha Lopes.
México no ha solucionado la desigualdad y esconde a los mexicanos que estamos en una “guerra”. Una “guerra” contra la pandemia, por la supervivencia. Y, por ende, entrando en una economía de guerra.
En este contexto concreto, las soluciones keynesianas hacen sentido común pero, no explican el todo. Tienen un punto ciego: la desigualdad.
Ahí tenemos que leer a Thomas Piketty. Releer, más bien. Al ofrecer una historia completa de los «regímenes de desigualdad» en todo el mundo, Piketty nos da una panorámica de uno de los problemas económicos más difícil de manejar en la actualidad: la desigualdad. Otros autores, complementarios para este debate (pero, no menos importantes) son: a) Amartya Sen y su concepto de justicia distributiva; b) los premios Nobel Economía 2019, Kremer, Duflo y Banerjee , con sus trabajos sobre la pobreza, la desigualdad y el desarrollo.
En la última obra de Piketty, “Capital e ideología”, la desigualdad , las brechas de distribución de la riqueza, sus estructuras de reproducción generacional, sus círculos viciosos, la gangrena que genera al interior de las sociedades, son la temática de un estudio global. Todo el sistema político es un reflejo de esta gangrena. La corrupción sólo es un síntoma de la enfermedad. Ya en su libro anterior, » El Capital en el Siglo XXI «, Thomas Piketty y su grupo de investigación de la HEC nos han proporcionado en paralelo con el resultado acumulado, a lo largo de los últimos 20 años de trabajo académico cuantitativo masivo, detallado y continuo, las herramientas cuantitativas y teóricas, para hacer una interpretación filosófica del sistema, de manera a que nuestras opciones, no sean opciones políticas a ciegas, sí verdaderas opciones del rumbo que queremos dar a nuestras sociedades.
Tal como Marx, en la trilogía “Das Kapital”, produjo una historia del capitalismo para poder explicar las cinco leyes del mismo; Piketty nos da una historia de la desigualdad, con base en datos duros (ver su libro “Repensar el capital») para , después, en la obra publicada el año pasado, “Capital e Ideología”, proponer un “mundo», en el que la única desigualdad es «la desigualdad justa». Este «mundo” tiene un problema: es estático. La “justa desigualdad” incluye las diferencias de ingresos y riqueza que «son el resultado de diferentes aspiraciones y distintas opciones de vida o permiten mejorar el nivel de vida y ampliar las oportunidades disponibles para los desfavorecidos». Lo que parece hacer sentido.
Excepto que es un “remake” del Platón de la «República» y de las “Leyes” , modelado en ecuaciones y, aparentemente inatacable (porque los datos “duros”, los números “no mienten”) sin embargo, tan distópico, tan profundamente estático , tan reductor de las posibilidades de control individual sobre la movilidad social y las opciones de vida, cuanto la visión del ateniense.
Así, cuando Piketty se pronuncia sobre el actual sistema, lo cemos afirmar :”Por un lado, la posición liberal de derecha nos dice que sólo las fuerzas de mercado, la iniciativa individual y el crecimiento de la productividad permiten mejorar en el largo plazo los ingresos y las condiciones de vida –en especial, de los menos favorecidos–, y que por lo tanto la acción pública de redistribución, además de ser moderada, debe limitarse a herramientas que interfieran lo menos posible con ese mecanismo virtuoso;”(…) .Por otro lado , define el enfrentamiento ideológico , y su traslado al campo político , como un conflicto derecha/izquierda , que :”muestra que los desacuerdos sobre la forma concreta y la oportunidad de una política pública de redistribución no se deben necesariamente a principios contradictorios de justicia social, sino antes bien a análisis contradictorios acerca de los mecanismos económicos y sociales que producen las desigualdades.”
En cierto sentido, Piketty y Harari (para este último ver “Homo Deus») siguen un mismo esquema explicativo del siglo pasado, al colocaren el centro de desarrollo de sus respectivas obras , el conflicto entre dos “narrativas “ : el liberalismo y el comunismo .
Esto es visible en sus dos últimos libros. Piketty define tres eras de crisis : 1.- 1800 a 1914; 2.- en el período 1914-45; 3.- 1945 hasta los años 80.
Tres períodos caracterizados por el aumento de la desigualdad que produce tensiones sociales, las cuales erosionaron las narrativas liberal y comunista y, nos colocaron frente a la emergencia de los nacionalismos populistas: «las poderosas tensiones sociales y políticas derivadas del aumento de la desigualdad contribuyeron al aumento del nacionalismo y, por lo tanto, a la probabilidad de guerra».
O sea, tanto en la interpretación de Harari como en la de Piketty, para allá de las múltiples y pronunciadas diferencias, existe un hilo común, una hebra narrativa compartida: el virus de la desigualdad es productor del regreso a las derivas autoritarias. México no es una excepción a este “modelo” y/o tendencia.