Por: Leovigildo González
El Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene muy bien estudiado su discurso, él no le habla al círculo rojo, ni a los académicos, se dirige a los 30 millones de mexicanos que confiaron en su proyecto.
Esos mexicanos que le otorgaron su voto, suelen estar de acuerdo en prácticamente todo lo que él afirma, lo respaldan y legitiman sus decisiones.
Hoy, el mandatario federal en medio de una crisis económica marcada por mercados internacionales, sacó de su cartera el ‘escudo protector’ contra el coronavirus, dos imágenes católicas.
Una de esas estampitas es del Sagrado Corazón e incluso se atrevió a decir una de sus frases «detente enemigo que el corazón de Jesús está conmigo», muy usada entre el catolicismo que hay que recordar en México más del 86 por ciento de su población práctica esa religión.
AMLO sabe perfectamente que los problemas lo están rebasando, que no hay manera de mitigar la crisis económica, peor aún, que el panorama en seguridad tampoco es alentador, sin embargo, no pierde a su público cautivo al que le habla diariamente, ya sea con una rifa de un avión que no es avión, o simplemente de religión como hoy lo hizo.
Él sabe perfectamente, que va perdiendo espacios en el discurso colectivo, pero al no haber oposición fuerte, es a través de las redes sociales donde se señalan los errores, las pifias y la indolencia que prevalece en su Gobierno.
El coronavirus también se ha propagado por el país, las pruebas han sido insuficientes, tan sólo 672 se han realizado, cuando por semana en Alemania han hecho 40 mil.
Serán tres meses apocalípticos para México (tiempo estimado en lo que dudará la pandemia en el país) donde está semiparalizado y la economía en una recesión que ha devaluado al peso.
Hoy, el país necesita de unidad, sin embargo, los seguidores de AMLO parecen aún no comprenderlo.
