Por: Redacción
-Se debe apostar a un futuro de desarrollo nacional de vanguardia
En México es necesario que la ciencia y la tecnología ocupen un papel predominante en la educación básica, para con ello apostar a un futuro de desarrollo nacional de vanguardia, apuntó la diputada Araceli Saucedo Reyes, integrante de la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.
La legisladora integrante del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática, recordó que tras el castigo propinado por el Gobierno Federal en 2019 a la Ciencia y la Tecnología, la presión social obligó a dotar de mayores recursos para el sector, sin embargo aún resultan insuficientes y se deben generar estrategias efectivas para su potenciación.
En ese sentido, la diputada por el Distrito de Pátzcuaro consideró que se deben contemplar cambios estructurales en la academia y centros de investigación, con una inversión real en la investigación básica y aplicada, que permita la vinculación necesaria con el sector productivo nacional y estatal.
Recordó que la inversión de México a la ciencia, tecnología e innovación, equivale a menos del 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto, lo que está muy por debajo al promedio de inversión que realizan el resto de los países, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con un promedio del 2.40 por ciento.
El gran problema que percibe Saucedo Reyes es que México carece de una política tecnológica real, ya que no existe una estructura gubernamental dedicada al desarrollo tecnológico en forma integral, sino que por el contrario los esfuerzos se diluyen con presupuestos raquíticos.
Por ello consideró necesario pensar en mecanismos para fomentar el interés de los estudiantes de nivel superior hacia las ciencias, ya que en nuestro país vemos que las tasas de matriculación en ramas como las matemáticas, la química, la física o la biología no alcanzan ni siquiera un tres por ciento.
La legisladora recalcó que la apuesta debe ser la inversión al desarrollo del conocimiento y no a la dádiva como ocurre actualmente con el Gobierno Federal, ya que en el primer caso es una apuesta a un futuro mejor, mientras que la segunda es un paliativo para distraer males en lo inmediato.