Por: Kitzia Yamileth Alvarado Alcántar
Impresionada y dolida al observar una sociedad disfuncional, confundida sobre qué es lo que sucede, incrédula ante la poca valía que tiene la vida humana en la actualidad. ¿Cómo puedo contribuir a que esto pare? ¿Qué tengo que hacer para detener esta situación? ¿Cómo es posible que alguien sea tan insensible y que pueda desvalorizar tanto la vida, como para acabar con la de quién se le presente, sin razón aparente? Son preguntas que a diario me hago y que intentó responder con mi trabajo y acciones cotidianas.
Estoy cansada de despertar con los titulares: «Mujer desaparecida, Niña violada y mutilada, Encuentran cabeza humana», vivo en una constante duda de cuál es la razón verdadera de esta situación, pero para mí, la más acertada es la falta de educación, tolerancia y respeto que vivimos actualmente, la falta de preocupación de mis representantes por este tema, la falta de apoyo para quienes día a día sufren por este tipo de problema, con problema, me refiero al acoso, a la persecución, al poco respeto que se le da a la figura femenina, al rechazo que hay hacia la aplicación de la equidad y un sinfín de situaciones más que actualmente son ignoradas o bien, aceptadas.
Seamos sinceros y concretos, no es solo culpa del gobierno, es culpa de todos los que integramos está sociedad, este mundo en donde algunas madres prohíben a sus hijos lavar los platos en casa porque ese es trabajo de las mujeres, en donde bajo esta premisa de vida, esos mismos hijos quieren una esclava en lugar de una pareja con quien compartir todo tipo de momentos; de lucha y de crecimiento. Vivimos en un país en donde en muy repetidas ocasiones escucho que una violación es culpa de la mujer, porque ella lo provocó, en donde criminalizan a la víctima en lugar de brindarle apoyo. Vivo en un país en donde intento alternar las rutas de camino a mi casa, porque no me siento segura repitiendo patrones de viaje, por temor a que en algún momento a alguien se le ocurra hacerme daño, porque de nada sirve «castigar», porque debemos prevenir, debemos apoyarnos e idear juntos la estrategia perfecta que nos permita blindarnos como sociedad de quienes nos lastiman, de quienes se permiten dañar a un ser inocente, de quienes, tu vida y la mía les importa tan poco que llegan a matarnos por una apuesta, por coraje o por simple gusto.
Quiero un país distinto, quiero poder disfrutar de mi libertad y no vivir en un supuesto de ella. Quiero que quién me lea sienta que no está sol@, porque ahora más que nunca cuentan conmigo y con quien se una a este mensaje, cuentan con nosotros para que nos acompañemos a casa, para que denunciemos a quien agrede, para defendernos de quien lastima, para buscar las herramientas y salir triunfantes ante una situación de violencia. Porque entre todos nos podemos cuidar, porque la vida no puede perder su valor, porque ya ha sido suficiente dolor y sobre todo porque quiero que se acaben las desapariciones, las violaciones, los feminicidios, las muertes, los asaltos, el miedo, quiero terminar con esta cadena de sufrimiento que no nos deja seguir, que no nos permite avanzar. Quiero que tú me brindes apoyo, tal y como yo te lo ofrezco a ti. Porque creo en mí y en ti, creo en que este mensaje puede tocar los sentimientos y la consciencia de al menos una persona y que esta persona lo pase como una bolita que cada vez se hace más grande y a la cual se incorpora más gente, así, hasta que sea todo mi país y después todo el mundo. Yo todavía creo que las cosas pueden cambiar y por eso yo decido emprender la ruta del cambio. Ninguna acción es pequeña, todas contribuyen o destruyen, no normalicemos esta situación, no nos permitamos vivir así ni un solo día más.
¡Estamos en una lucha constante y la tenemos que ganar!