Por: Leovigildo González
Rosario Piedra ha mostrado la peor cara de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), entreguista al régimen que ahí la puso, su paso será recordado por la inoperancia y sobretodo por callar ante lo evidente.
Una institución que había luchado por la legitimar las causas sufre una grave crisis de reconocimiento social, ante una violencia desbordada.
Hoy, Piedra es eso, una piedra que frena la verdadera lucha por los Derechos Humanos, su actitud ante los feminicidios es grave ya que lejos de cuestionar el actuar del Gobierno Federal (su deber), parece una dependencia del mismo, una oficina más.
La falta de empatía del Presidente ante las víctimas debe ser repudiado por quién debe velar por los derechos de las mismas, no es el caso de la CNDH, que perdió autonomía y de la cual se adueñó la autodenominada Cuarta Transformación.
La chamba de Piedra al igual que la de su líder político, (Andrés Manuel López Obrador) es quejarse de lo que supuestamente le dejaron, pero alejada de las causas de la gente.
Rosario debió acompañar al movimiento feminista, caminar en conjunto para buscar soluciones, ya que si por algo hay protestas es que desde el Ejecutivo se permite la impunidad, la titular de la CNDH no ha hecho absolutamente algo, bueno, ni un pronunciamiento.
Cuesta muy caro haber perdido una institución tan noble, y no me refiero en dinero, sino que de perdió la confianza en algo a la que de le había dado autonomía, hoy, las calles y las redes sociales son única vía para presionar y las autoridades hagan algo.
Dudo que la autonomía de la CNDH regrese en este sexenio, es una institución pérdida con Piedra al frente.