Desfragmentados

Por: Marisol Aguilar

2020 ha sido un año muy triste para la sociedad mexicana. Te levantas, prendes la televisión, lees las noticias o te informas en redes sociales y te encuentras un México desfragmentado. Un país que si bien, viene arrastrando en la última década una gran problemática en seguridad, te muestra que tus enemigos son más íntimos de lo que podrías imaginar. 

Las personas con las que cruzaste palabra en algún momento de tu vida, a las que regalaste una sonrisa, ahora son de las que más te debes de cuidar. En México los familiares y cercanos son los principales agresores sexuales de las y los niños, ya que tienen las condiciones psicológicas o materiales para amenazarlos y hacerlos que callen.

Hace algunos años, pensaba que existía un pacto en la sociedad de cuidarnos los unos a los otros. Me inculcaron “sororidad”, sin siquiera conocer el término en aquella época. Cuando caminaba por las calles en presencia de alguna persona desconocida (principalmente mujer) no me sentía insegura; mi mamá y mi abuela me decían que si alguna vez me encontraba en problemas, entrara a cualquier negocio abierto y solicitará ayuda, o si iba caminando y cerca de mi iba alguna mujer, me acercará a ella para pedir apoyo. Incluso se realizó una campaña hace meses en todo el país sobre lugares que ofertaban que si te sentías en peligro, ese lugar podía ser un espacio de resguardo ante cualquier situación. 

Hago dicha reflexión porque recuerdo cuando tenía 8 años, y a la salida del colegio me ponía a ayudarle a la señora que vendía churritos para que me regalara mis papas con mucha salsa. Yo me sentía en un lugar seguro, a veces hasta le decía a mi mamá que tardara un poco más en pasar por mí, porque además de ganarme mis churritos, disfrutaba compartir ese momento.

Hoy me parte el alma saber que en base a que no era una extraña, una mujer se llevó a una niña y  resultado de ese traslado ella este muerta. Fátima forma parte de la creciente estadística de niñas mutiladas, torturadas, de tráfico de órganos y asesinadas brutalmente en México. Cierro los ojos y me imagino por un momento, qué hubiera hecho yo, si la señora de las papitas me hubiera, a mis 8 años, llevado con engaños a algún otro lugar. ¿Me hubiera ido? ¿Cuántas veces pensamos que con el hecho de que una persona nos es conocida no nos hará daño?

El pacto se rompió, tristemente ya no estamos seguras ni en nuestros propios hogares, tal vez muchos niños y niñas nunca lo estuvieron, la violencia y abusos eran normalizados y eran secretos a voces, invisibles. Cuando convivimos en los espacios públicos tampoco estamos seguras, en nuestros trayectos desaparecen cientos de mujeres al año, queremos confiar en el otro, pero empatizar con alguien ya no es suficiente, ya no tiene ningún valor, la violencia contra nosotras y los feminicidios son cada vez peores.

La ola de desfragmentación social va a la alza, las personas han dejado de voltear a su alrededor, viven con miedo, esperando que la violencia que tienen al lado no las alcance; prefieren mover la vista hacia otro lado, fingen que no sucede nada, fijan la mirada en un aparato electrónico para no sentir, para cegarse ante la violencia que se vive todos los días y esperar que no les toque a ellos o alguno de sus seres queridos. 

La violencia que no ves, es la que mata, la violencia que normalizas es la que nos rompe como sociedad, la violencia que reduces es la que nos ataca, la violencia que no aceptamos es la que nos hace invisibles como eco sin respuesta. 

Por eso, más allá de los partidos políticos es lamentable y preocupante que el Presidente de la República, además de incitar al divisionismo desde el primer día de su gobierno, diga que el caso del feminicidio de una niñita sea un ejemplo de descomposición social causada por el neoliberalismo, que a manera resumidísima es, el libre comercio y la intervención del Estado en la economía. 

Como sociedad, hay mucho que hacer, no sólo seguir el ejemplo de señalar, echar culpas y sobrevivir esperando que no seamos nosotras la próxima nota. Citando a una publicación de Yo Soy UNAM: “somos más los buenos que los malos. La verdad somos más los que no hacemos nada. No ser malos, no nos hace buenos.”

Twitter: @MarisolesAg

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