Por Teresa Da Cunha Lopes
En cada una de las muertes desaparece una parte de nuestra alma. En cada uno de los crímenes muere nuestra humanidad.
En cada una de las complicidades, del silencio, de las omisiones, del valemadrismo, del discurso machista se construye otro muro de infamia y se levanta el edificio de la barbarie. Ya basta de impunidad, de silencios, de arreglos, de ineficacia , de «justificaciones» y de odio contra las niñas, las adolescentes, las mujeres.
Tolerancia CERO para con autoridades ausentes, funcionarios abyectos, políticos misóginos, sistema machista de impartición de justicia.
Las víctimas somos nosotras las mujeres, de todas edades, de todas las condiciones. A través de nosotras las familias y toda la sociedad.
Eliminen la basura humana que grita cuando una puerta se quema y que calla ante feminicidios o «lincha» la madre y víctimas de sus redes sociales y de sus círculos de amistad. No voten a los políticos misóginos y que recortan presupuestos para áreas de prevención, intervención y protección de las víctimas de violencia de género.. Obliguen al estado y a la federación a no tener funcionarios omisos, complicidades de actitudes, comportamientos no éticos , incompetencia en materia investigativa. Exijan una justicia con perspectiva de género.
Denuncien el amarillismo y sinvergüenzada de «comunicadores» que publican fotos indignantes y humillantes de las víctimas.
La prevención se hace por la pedagogía. La impunidad se elimina por la CERO tolerancia de actitudes y comportamientos de gente ( para llamarnos de algo) que tiene obligaciones y no las cumplen.
«Gente», políticos, funcionarios, autoridades que pagamos con dinero público, fruto de nuestros impuestos, para que nos protejan. No para que se burlen de las vícitmas, abandonen al desespero a sus familias y pidan «respecto» para con los criminales.
Acabemos de una vez con este genocidio «tolerado» por el sistema. Unamos esfuerzos para acabar con la hidra de las mil cabezas .
Principalmente, no CALLAR, no ser «niñas bien», no tener vergüenza de provocar, no tener miedo a las fuerzas que se levantan para nos silenciar. Visualizar cada uno de los crímenes, regresar humanidad a cada una de las víctimas, protegernos de la violencia cultural, social y política es nuestro deber. Reivindicar los espacios de la familia , de la escuela, públicos es nuestra obligación en este siglo XXI .
Y, como en su día otros lo dijeron, lo único que perderemos son nuestras grilletes. Todo lo restante ya no lo quitaron. Inclusive la libertad de vivir sin miedos.»