Que me pregunte a mí

Por: Eduardo Sámano

El día de ayer el presidente (de unos cuantos) Lopez Obrador mencionó que cuando lo interpelan sobre el NAIM, él revira con “¿por quién votaste?” en clara referencia a que solamente los que votaron por él o por Morena en general tienen derecho a alzar la voz.

Pues bien, que me pregunte a mí por quién voté y tranquilamente le diría que por él, porque creí que sería un cambio para bien, porque creí tontamente que podría hacer algo por este país desgarrado por la inseguridad y detenido en el tiempo por la visión tan corta de nuestros dirigentes en el Congreso.

Atrás quedaron todas esas esperanzas. (¿Sigue siendo la esperanza de México?). Ahora el discurso que llega desde la silla del águila es separatista, nosotros contra ellos, moralmente calificados para señalar a los otros, a los malos (la Santa Inquisición a la 4T). La corrupción se ha vuelto la palabra que responde a todos los cuestionamientos sobre el porqué no hemos mejorado como país. El circo y los aplausos de foca entrenada (seguramente las risas y aplausos grabados de programas de Chespirito darían mejor aspecto al show de La Mañanera) son el pan de cada día de los, muchas veces, inexistentes periodistas que acuden a una conferencia (o show del Yo Yo Yo), no en pro de cuestionar las decisiones y acciones del gobierno en turno sino de escuchar la doctrina del ungido mesías mexicano. Allá donde los aztecas vieron al águila posarse sobre un nopal, ellos ven a Lopez Obrador posarse sobre los cimientos democráticos del país.

Así que debería preguntarme a mí sobre por quién voté, le va a encantar señor Presidente conocer qué fue por usted pero seguramente después me tendrá que ignorar cómo a todos los demás que nos atrevemos a cuestionarlo sobre su pésimo desempeño y su falta de visión integral para hacer de México un país competitivo a escala mundial y no a escala nosotros contra nosotros.

Eduardo Sámano. Estudiante de Maestría en Negocios/ Profesor Universitario.

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