Por: Rafael García Tinajero Pérez.
Inicio mi artículo diciendo que soy miembro aún del Partido de la Revolución Democrática, que como muchos perredistas voté por Andrés Manuel López Obrador para presidente de la República en el 2006, 2012 y también en el 2018. Festejé su triunfo, como la culminación de una larga lucha de las izquierdas por llegar ocupar el Poder Ejecutivo Federal y desde allí impulsar la transformación de México en un Estado Democrático y Social de Derecho.
Hace un año se inició una nueva etapa histórica para nuestro México, la de la posibilidad de construir de manera pacífica los cambios políticos, económicos y sociales que nuestra sociedad necesita y desea.
Con 30 millones de votos, que son muchos, AMLO accede a la presidencia del país con un poder como hace mucho no lo tenía ningún presidente y un liderazgo popular incontestable. Con su mayoría calificada en la Cámara de Diputados y absoluta en la de Senadores , AMLO tiene todo para seguir cualquiera de dos rutas: la del autoritarismo, la centralización del poder en su persona , la del caudillo y el país de un solo hombre , la de identificar al pueblo con solo aquellos que le son adictos y al resto como enemigos, o bien, ser leal a la democracia y a la legalidad, comprometerse con la equidad económica, las libertades, el respeto a las diferencias y a la pluralidad, la solidaridad social, la defensa del estado laico y el estado de derecho . Pero sobre todo, la obligación de gobernar con autoridad, con buen tino, prudencia y responsabilidad.
AMLO se ha propuesto hacer historia , quiere ser recordado como Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero o Cárdenas. Si quiere ser recordado así deberá trabajar para forjar un Mexico de instituciones y no ceder a la tentación autoritaria y personalista.
La disyuntiva es clara : El México de un solo hombre o el de instituciones democráticas.
Cinco fueron sus principales promesas de campaña: combate a la corrupción ; a la inseguridad; austeridad republicana; aumento del gasto social y reversión de las llamadas reformas estructurales de la pasada administración.
A doce meses de haber asumido la presidencia ¿ Que es lo que ha sucedido?
Hay cosas buenas que destacar y otras que quizás no lo sean tanto, han habido avances y retrocesos.
Podemos destacar como uno de los primeros logros el de la revalidación de la política, la confianza ciudadana en este importante instrumento para dirimir las controversias y lograr consensos en una sociedad plural como la nuestra, estaba erosionada por la corrupción, los dispendios, el abuso del poder , la desigualdad y otros factores. Hoy , buena parte de la población mexicana reconoce la necesidad de política y políticos para que ésta sociedad avance.
Se ha instituido un estilo austero de gobernar que sin embargo tiene también sus aristas, que por exceso ha castigado el gasto en asuntos sustanciales como la salud, por citar un ejemplo, o bien la deserción de cuadros técnicos valiosos de la administración pública debido a los bajos salarios.
Las finanzas públicas se mantienen en equilibrio sin recurrir al endeudamiento o al alza impositiva.
Se ha generado una esperanza en gran parte de la población por que el gobierno actual ha situado la agenda social y la redistribución del ingreso mediante programas sociales que aunque adolecen de importantes defectos técnicos, han paliado en cierta medida las necesidades básicas de amplios sectores de la población.
Sin embargo hay algunos signos ominosos en el panorama. En primer lugar ese estilo personalísimo de gobernar, voluntarista, polarizante, centralizador del poder en su persona, que desdeña y convierte en enemigos políticos a los individuos, colectivos o instituciones que se le contraponen. Además de cierto desprecio y contrariedad por los pesos y contrapesos que los mexicanos habíamos construido a lo largo de varias décadas bajo la forma de instituciones que sirven para el control del poder. Todo esto con un Congreso totalmente controlado, merced a la mayoría aplastante de Morena y sus aliados y un sistema de partidos venido a menos y debilitado que en los hechos no puede actuar como una oposición real y efectiva.
El desdén por aquellos que detentan el saber científico técnico ha dado por resultado que, en él área de las políticas públicas , muchas de ellas carezcan de alguno de sus cuatro pilares fundamentales, a saber: ser legalmente impecables; socialmente aceptables, financieramente viables y técnicamente sustentadas. Así vemos proyectos de infraestructura mal respaldados técnicamente o una reforma al sistema de salud cuyo financiamiento es endeble desde su planeación , o programas sociales sin reglas de operación ni metas evaluables en el corto y largo plazo.
El combate efectivo a la inseguridad pública es otra de las asignaturas pendientes. Se espera que termine el año con más de 38000 homicidios dolosos, la cifra más alta desde que se tiene registro. Los grupos delincuenciales han podido constituirse como ejércitos irregulares con gran poder económico y de fuego, control de territorios, captura de porciones del aparato del Estado; amplias bases sociales influidas social , cultural y económicamente por los grupos delincuenciales. No ha habido la capacidad para elaborar una política integral, de Estado, en la que participen los tres poderes y los tres ordenes de gobierno además los principales actores políticos y sociales de este país. Guardia Nacional y programas sociales y el ejemplo del presidente no bastan.
Por último , otro problema grave es la ausencia de crecimiento económico, la caída en el empleo y la recaudación fiscal, los subejercicios, la incertidumbre jurídica para los inversionistas y la falta de certeza en cuanto a la firma del T-MEC han hecho que el reto de esta administración haya pasado de ser la superación del mediocre crecimiento económico de poco más de 2 puntos anuales , durante ya muchos años, atribuido a los llamados gobiernos Neoliberales, a otro reto más grande evitar el estancamiento y recesión dados por el crecimiento 0 o negativo de nuestra economía.
Así están las cosas en éste primer año.
Es solo un punto de vista.