Ando persiguiendo un libro, y no lo he podido hallar. Habla de Don Miguel, de Kitty, de sus hijos y de toda una época en Morelia y más allá. Y en estos días de música se me viene mas la curiosidad. Catón presume haberlo leído, incluso el columnista de El Vigía, Heberto J. Peterson Legrand, éste así lo expresó en las condolencias a la familia Bernal hace poco más de un mes.
Año con año se celebra el Festival de Música de Morelia en honor a Miguel Bernal Jiménez. Ya van 31 otoños en los que la ciudad de Morelia se adorna con esta joya de cultura.
En medio del calendario de actividades que se prepararon para el gusto de hombres y mujeres que se dieron cita en Morelia, la tarde-noche de ayer se presentó en el Palacio Municipal la agrupacion Little Giant Chinese Chamber Orchestra, con un programa de 12 piezas y una más de remate. Los espectadores ahí reunidos pudimos hacer un viaje a los paisajes y caseríos del Oriente, haciendo experiencia de esa música milenaria que lleva con serena cordialidad a pasar de la montaña a la ciudad y de un sentimiento de paz a otro de profundo amor.
La orquesta de Taiwán estuvo interpretando su repertorio interesante y bello con instrumentos musicales sumamente distintos a los que estamos acostumbrados a ver en el occidente. Entre pieza y pieza una de las artistas del grupo hacía interesantes contextualizaciones de la melodía a interpretar y de alguno de los instrumentos de música ahí presentes. Las casi dos horas fueron un derroche de cultura musical de un continente lejano que se hizo muy cercano, cual un susurro.
Viajando por el lejano oriente con cada una de las notas musicales que iban surgiendo segundo a segundo y silencio tras silencio, estaba pensando en la antigüedad de esos curiosos y distintos materiales y formas de hacer música, también pensaba en cómo la educación recibida en esta parte del mundo nos sitúa como centro de la cultura, como principio y fin de la civilización, quizás inconscientemente; sin embargo, el oriente tiene una riqueza y una antigüedad quizás más antigua y en algunas dimensiones más rica que algunos rasgos nuestros. Como lo ven, no sólo se trató de un concierto de música sino de una completa clase de cultura oriental.
Alguno se pudo sentir en la película de Mulán y otros en más de una zaga oriental, lo cierto es que los colores que este concierto hizo destellar fueron muy distintos a las tonalidades a las cuales estamos acostumbrados. Aquí pudimos diseñar dragones y praderas en picada, correr entre los samuráis y escuchar los repiques solemnes de los templos de aquellos dioses. La música transporta en el tiempo y en el espacio y así sucedió.
Don Miguel Bernal Jiménez, que de Dios goce, así como su señora esposa Kitty Bernal, que hace pocas semanas también partió a la casa armónica del Padre, pueden estar muy contentos porque su legado ha inspirado para que la ciudad de Morelia, Michoacán, México y el mundo, sea el sitio donde al corazón se le da media vuelta – así como tituló Doña Kitty a su diario de mujer-. Ayer el corazón se giró para darse una vuelta hacia el oriente.
Hoy por la noche termina el festival 2019 en el Teatro Morelos. Celebro cada uno de los esfuerzos por hacer de Morelia un recinto de música y así de cultura universal. ¡Dios pague!
P. Francisco Armando Gómez Ruiz