Con Descartes
Podremos diferir de muchas decisiones del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, también debemos reconocer sus aciertos, aunque son pocos, muy pocos, paupérrimos, pero los hay.
Las administraciones pasadas le han dado tela de donde cortar, la corrupción se convirtió en “cultura”, como lo dijo el otrora presidente, quien ilustró sobre esas conductas y “arte” de forma magistral.
Ex funcionarios, funcionarios, políticos o empresarios formaban o forman parte de esa “cultura” encumbrada por el priísmo. Todo ha sido negocio, todo es todo, desde la compra de trapeadores hasta la venta de paraestatales o grandes obras públicas.
Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) decretadas por el peñismo, tenían un fin bueno, de desarrollo para las regiones, sin embargo, fueron también oportunidad de negocio para los especuladores inmobiliarios, llámense ex funcionarios, funcionarios, políticos, empresarios nacionales y locales. Estos sujetos nunca pensaron en invertir en las Zonas para instalar industria, empresas y generar empleo, si lo hubiesen hecho esas ZEE ya estarían funcionando.
Los sujetos citados, en realidad lo que han buscado y por ello defienden las ZEE, es la especulación inmobiliaria respecto de los bienes que están fuera de los terrenos que forman parte de esas zonas. Muchos compraron tierras ejidales, pequeña propiedad o propiedad privada a bajo costo para fraccionar y revender a altos precios, soñando en la plusvalía que generarían las ZEE.
A esos ex funcionarios, funcionarios, políticos, empresarios nacionales y locales, no les queda y es ilegitima la defensa de proyectos a los que no le apuestan directamente, tengo certeza que los empresarios o industriales nacionales y locales no invertirían dentro de las ZEE.
El decreto recién publicado que extingue las ZEE, no es un golpe al país, es un golpe a los intereses oscuros de quienes se han visto beneficiados del erario público, eso es suficiente para justificar su cancelación.
Sin embargo, esperemos que la Federación traiga un as bajo la manga y con estrategias o políticas públicas ajenas a las conductas impropias del pasado, logren el desarrollo anhelado en las regiones en las que estarían las ZEE, todo en beneficio de las entidades y de la población en su conjunto.