Por: Martín Ramos
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido un desastre en este primer año de gobierno. Ese es el motivo y fundamento de las supuestas intenciones golpistas de la llamada “derecha” en contra del régimen de López Obrador.
Y es que en este primer año de gobierno todo ha sido un desastre: seguridad, desarrollo, educación, entre otras, son los descalabros que la auto proclamada Cuarta Transformación ha padecido en menos de doce meses de gobierno.
Tales descalabros -por llamarlos decentemente- ha generado un descontento en la ciudadanía, en la oposición, en medios de comunicación, incluso en el propio gobierno, al grado de que varios de sus colaboradores cercanos, se han bajado del barco para no verse comprometidos ni ser responsables de las acciones del presente gobierno. Incluso, rumores de que la, un día respetable Ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, Secretaria de Gobernación, estaría a punto de dimitir a su cargo, al igual que el Canciller Ebrard.
Estas circunstancias generan inestabilidad y zozobra en las altas cúpulas transformadoras, a lo que se tienen que tomar acciones concretas y una de ellas fue manifestar que existen intenciones golpistas por parte de la presunta “derecha” para derrocar el gobierno del Presidente.
Esto, con la finalidad de anular las severas críticas de las que ha sido objeto la Cuarta Transformación, ya que, si un medio de comunicación, un legislador de oposición, un periodista o un ciudadano común y corriente llegara a criticarlo fuerte y públicamente, en lugar de considerarlo como un acto de expresión y un punto de vista válido, será tildado de “golpista” y con ello descalificado completamente para entablar diálogo.
Aunado a lo anterior, ningún gobierno, al menos desde 1934, había sido objeto de presuntas sublevaciones y todos, sin excepción, bien o mal, con altibajos, han terminado de manera tersa sus periodos constitucionales. No quisiera pensar que el supuesto golpe de estado sea un pretexto para activar el estado de excepción, y con ello, “hacer frente” desde una Presidencia (aún más) poderosa, a la “emergencia nacional” y gobernar con poderes supra constitucionales y, con ello, reformar la Constitución unilateralmente para, ahora sí, reelegirse.
Insisto, no quiero pensar.