Por: Hugo Rangel Vargas
No ha terminado de asimilarse, social y políticamente, el triunfo electoral de la izquierda en el país; cuando el partido hegemónico de las fuerzas progresistas ya tiene que procesar un relevo en sus órganos de dirección. MORENA se forjó al calor de un proceso de construcción de simpatías y alianzas en torno a su principal figura política y hoy enfrenta el reto de consolidar esos acuerpamientos de manera orgánica.
No son pocos ni menores los escollos qué hay por delante. Seguro es que MORENA tendrá frente a si a las debilidades estructurales e históricas de la izquierda mexicana. Indisciplina partidaria, autoflagelación, encono interno e infantilismo; por decir lo menos, serán algunas de las dificultades por zanjar, pero se asoman en Michoacán capacidades y liderazgos con oficio para hacerles frente.
Pese a las dificultades que ha implicado el procesamiento de la incorporación de nuevos cuadros políticos que siguen teniendo como prioridad la agenda electorera del perredismo, MORENA pudo realizar sus asambleas distritales para la renovación de sus órganos de dirección, de manera ordenada. En ellas se percibió la necesidad de dotarle de una fuerte vida orgánica que dé vida a un movimiento que aspira a amalgamar demandas y aspiraciones de una mayoría de michoacanos.
En el éxito de estas tareas estriba la posibilidad no sólo de dar alternancia a los poderes del estado, sino en que ésta se traduzca en una agenda de transformaciones anheladas por los michoacanos. Ello implica, en efecto, ir más allá de la urgencia electoral y colocarse en una ruta de acuerpamiento con muchas otras más fuerzas progresistas.
Osvaldo Ruiz, quien se perfila como el próximo dirigente estatal del partido guinda en Michoacán, ha demostrado sobradas capacidades y oficio político para estas tareas. Como regidor en el ayuntamiento de Morelia, logró fijar una agenda de oposición, frente a un alcalde que tenía una aureola inmaculada de independiente. En buena medida, esto permeó en el ánimo social de los morelianos, para poder dar la alternancia hacia la izquierda que hoy vive la capital de Michoacán.
Y es que justamente, hoy por hoy, MORENA carece de una agenda de posicionamiento que logre capitalizar el descontento que prevalece entre los ciudadanos hacia el gobierno estatal que encabeza Silvano Aureoles. Es urgente, que el único partido de izquierda en el país, fije posición de lo que ocurre en Michoacán particularmente en temas como la corrupción, la migración, la pobreza y la inseguridad.
Más allá de la anulación legal del proceso de renovación de los órganos de dirección de MORENA, lo que estamos presenciando en Michoacán es la emergencia de un nuevo liderazgo con talento político. Sin duda alguna, el perfil de Osvaldo Ruiz puede garantizarle conducción a un partido progresista que sigue estando en el imaginario social de la esperanza para los michoacanos.
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