El misterio de una esfera

En Tlalpujahua comenzó la feria de la espera el pasado sábado 28 de septiembre. Se trata de una de las ferias más largas y más representativas del oriente de Michoacán. Los pretextos para ir y venir de ese pueblo minero donde nacieron los famosos insurgentes Rayón, traspasan la magia atrayente de la esfera, pues el pueblo con su mina y su santuario son un sitio en sí mismo digno de visitarse.

Los vecinos del Estado de México, especialistas en ubicar y visitar los sitios turísticos del centro del país consideran a Tlalpujahua como uno de los sitios que al menos una vez al año merece estar en sus trayectos de fin de semana.

Además de la típica esfera multicolor, Tlalpujahua de Rayón tiene el encanto de dos o tres alimentos típicos de la región: la fruta en conserva, el pan y una “pócima” o “elixir” que pudiera recibir perfectamente el calificativo de digestivo, estoy hablando del Liser, bebida que sólo venden en la farmacia de la plaza. Algunos dicen que los orígenes de esta bebida se remontan a las épocas de fríos y de duros trabajos de los mineros. Dulces, panes, bebidas y esferas, los tesoreros de Tlalpujahua. La imagen de Nuestra Señora del Carmen merece una entrada totalmente aparte. Para la siguiente.

Los talleres de esferas, donde el vidrio sutilmente se infla, y después con mil colores se tiñe, van más allá de los sitios comerciales de las calles principales. Los hay en varias comunidades del municipio -Monte Alegre, San Juan de Dios, Tlalpujahuilla, Santa Cruz, Remedios- pero es siempre en el pueblo donde se comercian con una gran variedad de formas como de precios.

La ciudad de la eterna navidad, pues durante todo el periodo del año civil se fabrican y se venden esferas y algo más, especialmente en estos tres meses ponen al alcance del turista las esferas artesanales para el tan popular arbolito de navidad.

Si por un momento nos ponemos a pensar, aparece como una inversión desafiante el invertir varios pesos en la compra de un adorno navideño hermoso pero frágil y que estará al alcance de esos bebés y niños que casi en todas las casas tenemos, gracias a Dios; o muy cerca de esos que como yo de repente nos despistamos y tropezamos sin querer y ya tiramos cosas aquí y allá. Se trata de una inversión riesgosa pero sumamente atrayente y hermosa. Se trata del atractivo que tiene la vida misma: valiosa pero frágil.

En cada esfera que cuelga de un árbol de navidad, además de poder hacer una relación con los dones, frutos que Dios regala generosamente, en ellas podemos ver nuestras vidas pendientes del Árbol de la Vida, colgando de los brazos robustos de Dios. Y, así como cada esfera es distinta de otra -pues las pintaron a mano- así también un ser humano de otro. Y, efectivamente, si la tiras, se rompe, requiere de cuidados gentiles, como tú y como yo.

¿Por qué insisto en comparar una esfera con el milagro de la vida? Un motivo más: en el libro del Génesis la Biblia dice que Dios tomó polvo de la tierra (barro) e hizo al hombre, y soplando en sus narices mandó sobre él el aliento de vida ( Gn 2,7); así también nace una esfera: un artesano toma un cilindro delgado y largo y soplando en esa barra de cristal sólido que se ha puesto a muy alta temperatura, nace una esfera. Las esferas y nosotros nos parecemos tanto.

Tlalpujahua es un pórtico de una belleza soplada y pintada, de belleza hecha esfera. Visita este pueblo mágico.

P. Francisco Armando Gómez Ruiz

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