La semana pasada se estrenó en más de 50 ciudades de México, junto al éxito taquillero de Joker, “Ignacio de Loyola. Soldado, predicador, santo”. Se trata de un filme que estaba listo desde el 2016, pero que no pudo ser puesto en los cines sino hasta el presente año. La providencia quizo que saliera a la luz exactamente junto al titán mediático antes mencionado, El Guasón.
Posiblemente en el imaginario popular cuando las gentes escuchan hablar de San Ignacio, piensan inmediatamente en la oración que todavía muchos colocan en sus puertas para ahuyentar los poderes del maligno, y también porque el día de su fiesta, 31 de julio, llevan a bendecir a misa “el agua de San Ignacio”. Sin embargo, Íñigo de Loyola (s. XVI) es mucho más que estampas y agua bendita. Este hombre santo, tal como en la película emergen algunos rasgos, de soldado con las ambiciones y tipo de vida propio del oficio, se convierte paulatinamente en un hombre entregado al servicio de Dios mediante una acción simple pero de suma agudeza espiritual: acompañar en la toma de decisiones. Y para hacer buenas y santas decisiones se requiere de lo que la tradición de la Iglesia llama “discernimiento”, es decir, identificar, valorar y asumir la mejor decisión ante los ojos de Dios.
Dirigido por Paolo Dy y Cathy Azanza y distribuido por Goya Producciones, Ignacio llega en un buen momento, pues si su popular y comentado compañero de sala, El Guasón, muestra realidades crudas, Ignacio señala soluciones bastante claras: silenciarse un rato, escuchar, orar, sacrificarse, y amar mucho en lo cotidiano. Desde San Ignacio ha surgido un caudal muy rico de cultura que incluso Morelia fue bañado por él con la presencia de los jesuitas, fundados precisamente por Ignacio.
Te aseguro que si del Joker saliste perturbado, quizás preocupado a causa de una sociedad que margina y genera violencia, de Ignacio de Loyola saldrás con muchas posibilidades de cambiar tu vida para bien, querrás investigar y quizás experimentar qué son los ejercicios espirituales. Se trata de un filme con soluciones.
Es una buena oportunidad para poner a los santos nuevamente de moda. Ellos son historias de carne y hueso, que, como lo verás en Ignacio de Loyola, tienen sus propias páginas de pecado pero con abundantes pasajes donde dejan que Dios escriba la historia y a esto precisamente le llamamos santidad, dejar que Dios obre muchas acciones de amor en la historia a través de nuestras manos.
Y, sí, la película sigue en cartelera, en Cinemex.
P. Francisco Armando Gómez Ruiz