Por: Sandra Arias/ Te Presto Mi Voz
Quizá, posiblemente, aquí aplique el dicho: «Taparle el ojo al macho». Mucho se comentaba en redes sociales sobre el maltrato que la veterinaria Von Águila Hans de Prados Verdes realizaba a los animales, sin embargo, hay quienes aseguran que el dueño parece ser «un tipo intocable» porque a pesar de que las denuncias sociales brincaran al ámbito legal no se había hecho nada, hasta ayer.
Lo primero que se me vino a la cabeza al ver la imagen, fue: ¿y el veterinario? Estarán de acuerdo conmigo que la clausura de un espacio no limita la práctica «profesional» que el dueño o encargado del lugar pueda tener en otra calle, en otra colonia, en otro local. ¿Quién es el veterinario que la asiste?, ¿quién es el dueño?, ¿las denuncias fueron realizadas a la veterinaria o al veterinario?
En esta ocasión la clausura se realizó por negligencia, espacios inadecuados y diversas irregularidades en su mantenimiento, según un comunicado del Ayuntamiento de Morelia, aunque al parecer hay testigos de que la veterinaria ha sido visitada de noche, por lo que surge otra pregunta, ¿qué pasó con los animales que tenían dentro? ¿Quién les dará continuidad a los que están en venta o en recuperación?
No es que nada me parezca, no es que no esté conforme con nada, sólo que creo que la situación tiene lógica… El mismo lugar podría permanecer abierto bajo otra administración, con otro encargado que lleve las cosas con mayor humanidad. No es el lugar, es la persona. Es como el gobierno, no son las instituciones gubernamentales, sino quienes están al frente de ellas, para bien o para mal.
Esperemos que en verdad no sea sólo para callar momentáneamente a los defensores de la vida. Que no sea sólo taparle el ojo al macho. Ojalá se le dé seguimiento al veterinario, no al local.
Recuerda que ellos sí se comunican pero su voz no es escuchada. Préstales la tuya. Préstales tu voz.