Pórticos de barro

El fin de semana pasado estuve en un taller de vasijas y demás utensilios de barro cocido a alta temperatura. Caminando entre las distintas secciones del complejo y observando la confección, los diseños, colores y los procesos de cocimiento, hasta finalmente llegar al sitio donde se exhiben a la venta los productos allí creados, he pensado con seriedad y asombro en lo que significa el sello: hecho en México.

Una simple taza puede ser una interesante taza. La producción artesanal, es decir, el surgimiento de una pieza única, pues toda ella se confecciona de pies a cabeza con las propias manos del creador, es una oportunidad para encontrar belleza en lo cotidiano: tomando el té o café, degustando un sabroso platillo, colocando una plantita en una maceta, observando el objeto en el cual se han colocado las servilletas o las flores, en fin, tantas y diversas piezas que nacen en un taller artesanal.

La flor típica de Capula que adorna la mayoría de sus artesanías en baja o alta calidad de barro, es esa florecilla de ocho puntos ordenados en círculo y un punto más justo al centro. He aquí la flor de Capula. Cada una de esas flores es colocada manualmente sobre barro rojo, barro café o barro blanco. Así de lento y así de hermoso es ese trabajo hecho a mano. Un artesano puede transformar durante toda una jornada de trabajo, haciendo con perfección, una simple taza en una bella taza. Tiempo, paciencia, constancia requiere la obra del artista.

Conversando con Don Héctor Iván González Pineda, un maestro artesano del lugar, en medio de diseños y precios, mostró su preocupación, pues comienzan a escasear los jóvenes para trabajar y así hacer camino artesanal. Y no se trata precisamente de una baja oferta económica, sino de otros intereses que atrapan hoy su atención. Recordemos que en medio del movimiento rápido, inmediato y vertiginoso que ha adquirido nuestra sociedad global, el tiempo, la paciencia y la constancia aparecen con virtudes contrarias a las predicadas en la era digital. Sin embargo, observando un par de chicos modelando y pintando vasijas, identifiqué perfectamente que ese ejercicio es una auténtica escuela de constancia, paciencia e ingenio que requiere mucha disciplina.

En el Nuevo Colibrí -taller y tienda- hay piezas caras y otras más accesibles a los bolsillos. Unas y otras poseen el valor de lo práctico, orgánico y bello. Una sana producción y cuidado de las artesanías también contribuye a vivir en un mundo menos plástico y más verde, además de que se consume lo que el barrio produce y con cada artesanía nuestra vida cotidiana se llena de belleza.

El pórtico de la belleza de una bien lograda taza no consta del objeto ya acabado, sino que desde el taller donde surge la idea y la pieza, allí mismo se entra en la lógica de lo bello.

Más talleres y menos fábricas, más productos hechos a mano y menos en serie sin más.

Tiempo, paciencia, constancia, creatividad, son algunas de las virtudes que necesita también nuestra sociedad digital. Pórticos de belleza.

P. Francisco Armando Gómez Ruiz.

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