Código Alpha/Santiago Núñez
La función pública es una labor sumamente compleja que implica aspectos técnicos, conocimiento profundo del sistema institucional y jurídico, pero sobretodo un manejo fino de todos aquellos factores reales de poder que se ejercen al margen de la estructura formal de gobierno, gobernar no es precisamente un día de campo, mucho menos en un país con las características y coyunturas como lo es la nación mexicana.
Llevamos aproximadamente ocho meses del actual gobierno y lo que en algún momento parecía que iba a ser una gran renovación institucional (cosa que el propio presidente actual ha descrito jocosamente como la cuarta transformación) el día de hoy sólo nos ha demostrado la fiereza de aquella frase que reza “que la esperanza de hoy es solamente comparable a la decepción del mañana”
Hace 19 años el Concorde obra suprema de la ingeniería aeronáutica mundial, empezó a cerrar su ciclo de vida de manera catastrófica con un accidente que le costó la vida a más de 100 personas. Utilizo esta analogía porque así como la aeronave francobritánica en un primer momento despegó supersónicamente hacia el futuro e hizo soñar a la humanidad con alcanzar nuevos límites: hoy de la misma forma pudiéramos decir que se puede comparar al efecto electoral que alcanzó el movimiento de regeneración nacional encabezado por Andrés Manuel. Con una propuesta de gobierno que cautivó a muchos mexicanos porque prometía acelerar la economía, terminar con la corrupción y crear mejores condiciones para todos, en esencia un cóctel exitoso que tenía al menos en teoría mucho que ganar y poco por perder.
Pero el día de hoy la realidad es muy diferente, entre los adeptos al gobierno de Andrés Manuel surgen las voces que mencionan que en ocho meses no se puede cambiar lo que gobiernos anteriores hicieron en décadas, sin embargo tenemos que ser muy críticos y señalar que este ha sido el peor arranque de cualquier gobierno federal de la historia en nuestro país.
Hace solamente algunas horas el grupo financiero CityBanamex bajo su perspectiva de crecimiento económico para México a un ridículo 0.2% para este año, lo más probable es que durante los próximos meses nos encontremos ante la presencia de una recesión de magnitud importante en nuestra economía. Sin embargo ante todo esto lo más inteligente que el ganso tiene para decir, es que él tiene otros datos, ignorando las visiones técnicas y los números que nos indican que vamos hacia una catástrofe económica.
Por si lo anterior no fuera poco, en lo que va del actual gobierno se han acumulado 20,000 cadáveres en las calles mexicanas, además se promovió una reforma constitucional altamente peligrosa donde se empodera a los militares y a las fuerzas armadas en labores de seguridad, con el riesgo potencial de violar derechos humanos en el uso de la fuerza, de las detenciones y además se crea una quimera sin pies ni cabeza llamada guardia nacional, de la cual ya hemos hablado en esta columna. El país se desangra mientras el gobierno federal se dedica a realizar Stand Up con un comediante poco agraciado y de avanzada edad todas las mañanas en Palacio Nacional.
Entre frases jocosas, desvarios discursivos y una falta total de sentido común hemos visto también que el famoso combate a la corrupción no ha llegado, mucho menos cuando la estructura operativa del actual gobierno está fortalecida por la presencia de perfiles innombrables que en el pasado se han caracterizado por escándalos de corrupción, desvíos de recursos y toda clase de asquerosidades en el ejercicio del poder. Y es aquí donde nos encontramos ante el fenómeno divino de la redención que santifica automáticamente y limpia los pecados de todos aquellos que hoy se suman al proyecto del presidente.
Pero entre la estupidez, la ignorancia , la inminente crisis económica y la sangre que se derrama por todo el país, existe un fantasma aún mucho más peligroso y que amenaza con despertar con fuerza en los próximos meses: el autoritarismo presidencial que permea hacia todas las estructuras institucionales del país y que pone en riesgo una democracia que nos ha costado mucho tiempo, dinero y sangre a lo largo de nuestra historia. Estamos siendo testigos de una etapa en la vida política del país en la cual el proyecto de un solo hombre no tiene contrapeso reales al interior de su estructura, pues ha sido muy claro que toda aquella persona que piensa diferente al presidente, no tiene un destino distinto más que ser señalado de neoliberal, de fifí o de enemigo de la libertad.
En el interior del partido del presidente no hay nadie que se atreva a decirle que este ganso ya se está cansando y que ha perdido el rumbo y nos lleva hacia una catástrofe de magnitud descomunal; si acaso solamente la voz férrea de Porfirio Muñoz Ledo que desgraciadamente se ve apagada por su mayoría de edad, pero de ahí en fuera el titular del ejecutivo se hace acompañar de un grupúsculo de focas bien amaestradas que solamente persiguen sus ambiciones y proyectos personales, sin la supuesta visión republicana de su instituto político.
Dentro de la estructura institucional de poderes del Estado mexicano, resulta también muy peligroso ver que el legislativo prácticamente está coptado por perfiles adeptos al ejecutivo y que el único resquicio que mantiene estable la democracia mexicana como lo es el poder judicial, se encuentra amenazado ante los desplantes de autoritarismo de un presidente que no entiende o no quiere entender las bases sobre las cuales se sustenta el régimen de gobierno en esta nación.
Ante tan negro panorama es momento de reagrupar las ideas, de fomentar la crítica y de utilizar todos y cada uno de los recursos legales e institucionales que aún subsisten para efectos de defender el régimen de gobierno en este país, resulta risible que ante la mínima crítica al actuar gubernamental pareciera que se activa una horda de salvajes que no tienen otra función más que alabar y defender lo indefendible.
Nunca antes en la historia de nuestro país nos habíamos adentrado tanto en el bosque del autoritarismo, sumiéndonos ante la amenaza real de un colapso institucional con las nefastas consecuencias que esto puede traer para la vida pública: hoy más que nunca este país requiere la fuerza no de una oposición partidista, sino de un gran colectivo social que defienda las bases mínimas de la gobernabilidad democrática antes de que sea demasiado tarde.
Sergio Santiago Núñez Galindo
Abogado y consultor.
Candidato a especialista en seguridad nacional.
santiagonunez@alphaconsultores.com.mx