Por: Martín Ramos
Revuelo ha causado la respuesta que el gobierno de la Ciudad de México ha dado para combatir la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres, y es que para mitigar y combatir lo anterior, la medida ha sido que los niños y las niñas usen indistintamente pantalón y faldas en las escuelas tanto públicas como privadas en la referida entidad.
¿Pero tal medida cómo puede coadyuvar a las tan graves problemáticas que en la materia se padecen? Respuesta que aún no encuentro.
Legalmente, cabe mencionar, que en primero de la licenciatura en derecho de todas las facultades de derecho en el país -e incluso en aquellos donde existe el sistema romano germánico- nos enseñan una cosa que se llama capacidad de goce y capacidad de ejercicio, lo cual es que una persona puede gozar de derechos, mientras que en el segundo es que una persona pueda ejercer esos derechos. El “dejar decidir” sobre el atuendo que se debe de usar en las escuelas es una circunstancia que solamente puede existir cuando la persona cuente con capacidad de ejercicio, y tal circunstancia sucede hasta cuando la persona es mayor de edad, por lo que la medida presuntamente innovadora, demuestra que el ideólogo de la misma ignora el marco civil que legalmente rige en nuestro Estado.
Lugar común sería mencionar que los padres deciden sobre los hijos, que la escuela es un espacio formativo y que tal medida es una imposición de ideología de género. Argumentos ciertos y válidos, pero que constituyen lugares comunes por lo que no abordaremos.
Recordemos que existe un marco internacional de protección a los menores de edad y de ellos se desprende el interés superior del menor, el cual constituye en que por encima de las filias y fobias, del lector, del que escribe y de la titular del ejecutivo en la Ciudad de México, están los derechos de los niños, por lo que el dejar que los menores “decidan” en una cuestión que inclusive es formativa no estoy seguro en qué medida abone o no al interés superior del menor.
Las problemáticas en materia de equidad de género, feminicidios y homofobia son de magnitudes superiores que no se solucionarán con acciones tan efímeras como las planteadas en la ciudad de las libertades. Que las personas ejerzan su sexualidad a su entendimiento, pero cuando estén en condiciones de comprenderla.