Por: Francisco Armando Gómez Ruiz
Me gustan los muebles. Mejor si son de madera. Este gusto viene heredado en la sangre misma. Soy de una región michoacana que se dedica a la madera y así a la carpintería, Hidalgo, Michoacán.
Hay obras de arte que se contemplan sin más, es decir, no tienen pragmáticamente una función demandada. Pero hay piezas de arte que además son “prácticas”. Pensemos en una casa hermosa, en un coche magnífico o en un mueble que además de ser funcional es hermoso, cobrando una dimensión más grande. Se ve, se siente y se usa bellamente.
Una vez, dialogando con un diseñador amigo que en estos días está presentado una colección de muebles en Wanted Design Manhattan en New York, Bernardo Martínez Ramírez, le dije: me gustan los muebles con diseño-. Todos los muebles tienen diseño-, me contestó-. En efecto, pero unos tienen más que otros. Así aprendí lo que me decía mi maestro de filosofía para principiantes hace una década: todas las cosas son bellas. Cierto, lo tenía que recordar.
Un librero, una silla, un escritorio, un comedor, cualquier tipo de mueble tiene la capacidad de no simplemente ser funcional sino de transmitir armonía, de ser visto y suscitar regocijo y sobre todo ganas de ser utilizado para lo que fue confeccionado. Los muebles satisfacen nuestras necesidades para realizar aquellas actividades que haciéndolas así y solamente así, nos diferencían del mundo de las bestias. Porque los animales pueden dormir, comer, recrearse bajo infinitas formas libres, pero los humanos echamos mano de una sala para conversar, de un firme escritorio con una cómoda silla para organizar la vida, de un lecho duro y confortable para dormir, y tantas cosas más que pudiéramos decir de cada objeto que adorna y sirve en todos los hogares y oficinas para hacer la vida más llevadera y más bella.
La diferencia entre un mueble con diseño y otro con mejor diseño, es decir más bello, está en pasar de lo necesario a lo sublime. Se trata de afirmar con mayor fuerza la capacidad humana de elegir formas selectas y distinguidas, destreza propia de los seres humanos y no del mundo de la flora y la fauna.
Me siguen gustando los muebles, son ellos las huellas del paso de la humanidad por el mundo, son testigos del grado de civilización de una cultura, pues ellos delatan lo que el hombre hace y así lo que es. Un mueble con arte: claro, proporcionado, luminoso, y dado el tipo de objeto, útil, muestra la manera como el artista entiende la vida, cómo la quiere disfrutar e incluso lo que espera de ella. Así que un mueble es capaz de transportarnos de la utilidad a la comodidad, y del confort a la trascendencia.
La belleza lo puede impregnar todo, delatando así que somos capaces de escribir una historia bella incluso en cada objeto que ayuda a nuestra vida para hacer mejor, los muebles.