Por: Daniel Ambriz Mendoza.
Respeto mucho la filosofía popular y confieso que me ha guiado en muchas circunstancias, en varias de mis columnas he utilizado “dichos” o refranes que se escuchan de boca en boca y que se han transmitido de generación en generación, en ellos se encierra un cúmulo de sabiduría que orienta la vida o que ilustra un hecho determinado. Esta vez vino a mi mente aquel que dice: “ves la tempestad y no te hincas”, refiriéndose a la persona que se le viene un problema encima y no hace nada por prepararse o para remediar la situación antes de ser afectado.
Lo anterior lo digo porque veo que pasan muchas cosas a nuestro alrededor, sucesos que alteran nuestra calidad de vida, nuestra seguridad pública y privada, nuestra estabilidad emocional, nuestra economía personal, nuestra certeza laboral, entre otras, y todo sigue igual, actuamos como si nada pasara, nada nos asombra, ya no hay alarma y, por consiguiente, nadie actúa para resolver el problema. Nos encerramos en una burbuja pensando que a nosotros no nos pasará, creemos que nuestra zona de confort es impenetrable. Lo mismo que les pasa a las personas en lo individual les pasa en lo general a las organizaciones políticas, sociales y sindicales.
¿Se han puesto a pensar en el número de personas ejecutadas impunemente todos los días en todos los rincones del país?, ¿Llevamos registro del número de jovencitas que no han regresado a su domicilio víctimas del secuestro y de proxenetas sin escrúpulos?, ¿Sabemos cuántas hectáreas de bosque son devoradas por incendios provocados y tala clandestina?, y así podríamos seguir enumerando asaltos en la vía pública, robos a casas habitación, a escuelas, iglesias, hospitales, etc., porque nada detiene a quien hace el mal, ya no hay respeto hacia las personas o hacia las instituciones, la corrupción nos asfixia y la pérdida de valores nos está extinguiendo por dentro sin que nos demos cuenta.
Y de todo este desorden social no podemos culpar únicamente a quienes ejercen el gobierno en todos sus niveles porque es un problema de todos, cada quien debe actuar en el ámbito de su competencia y no lo hacemos. Quienes ejercen el gobierno son humanos, no son seres extraterrestres, tienen defectos y cometen errores, son producto de la misma formación porque hemos sido forjados bajo el molde del mismo sistema político, económico, social y cultural. El mismo esquema educativo nos ha influido a cada quien en cada etapa de nuestra vida. Quienes creen que las personas en el gobierno los van a salvar están en un error.
Debemos salir de nuestro marasmo, la ley del más fuerte implementada en los orígenes de la humanidad sigue presente, solo que ahora nos imponen reglas y etiquetas, la división social nos separa y el ejercicio del poder nos mantiene enfrentados, la lucha de clases que señaló Carlos Marx en su teoría se sigue observando.
Sin embargo, sin romper con los esquemas sociales impuestos a través de la historia podemos mejorar y hacer muchas cosas para el beneficio personal y colectivo si comenzamos por respetarnos y reconocernos como seres racionales con necesidades individuales, si sacamos lo mejor de nosotros y nos despojamos de egoísmos y envidias; si levantamos la voz con respeto, pero sin alienación; si vigilamos y objetamos el ejercicio del micro poder y utilizamos la disciplina para trabajar organizadamente rechazándola como mecanismo de control organizacional; si dejamos lugar a la duda y espacio para el asombro.
Como trabajadores organizados no sé si estemos viendo la tempestad que viene, quisiera pensar que sí y comenzar a actuar en consecuencia; la ley laboral está a un paso de ser aprobada para ser publicada, bajo la máscara de la ley de transparencia se están haciendo públicos los salarios de los burócratas sin tomar en cuenta el contexto de inseguridad que nos pone en riesgo, ahora basta un simple oficio o memorándum de quien ostenta el poder para intentar modificar la ley, los sistemas de salud y de pensiones en México están por entrar en crisis, nuestras fronteras están siendo penetradas por miles de inmigrantes que a su paso o ya establecidos en nuestro territorio exigen bienes y servicios a costa del erario, el presupuesto público se dilapida como nunca, el macro poder sirve para atacar a sus adversarios no para fomentar la empatía, la colaboración y el servicio…¿nos hincamos o actuamos?