Por: Erik Avilés
Después de etapas intramuros y de competencias municipales finalmente se realizó la etapa estatal de ajedrez rumbo a la final de la Olimpiada Nacional 2019, de donde un octeto de adolescentes se definió como la selección que representará a Michoacán en la etapa regional de Olimpiada Nacional, a celebrarse en Colima, Colima en meses venideros.
Resulta indudable que se requiere fortalecer enormemente el deporte-ciencia en la entidad federativa, aún por encima de la escasísima voluntad política que hay para encunar ajedrecistas de cepa, para desarrollarlos en su carrera por el tablero y por la vida.
Deben darse acciones concretas, no muy onerosas, tales como invertir en la formación de formadores, de entrenadores de ajedrez quienes a su vez repliquen y potencien el deporte-ciencia en las escuelas y barrios michoacanos.
Asimismo, es dable invertir en torneos y competencias ajedrecísticas, que bien pueden combinarse con deportes físicos bajo el axioma que dice “mente sana en cuerpo sano”; al respecto, se han ensayado al respecto dinámicas o duatlones en otras latitudes.
Paralelamente, se requiere difusión y posicionamiento en la agenda pública, pero sobre todo, la autoridad de hacer valer el marco normativo que protege y ampara a los michoacanos, en cuanto a su derecho al deporte respecta, así como a cumplir y hacer cumplir el modelo educativo vigente, que enuncia que una de las cuatro actividades que deben realizar los estudiantes en educación básica en los denominados clubes es precisamente formarse en el ajedrez, lo cual es realidad para solamente alrededor del uno por ciento de los niños, niñas y jóvenes michoacanos en edad escolar. Ni qué decir del respeto que debería de haber hacia el deporte federado, a lo que están mandatadas las autoridades, pero que en muchas ocasiones son los primeros transgresores de la norma.
El ajedrez puede hacer mucho por una entidad sumida en el rezago educativo, la pobreza y en la ignorancia, hundidos en regiones enteras en la depresión y psicosis colectivas, con niveles de rencor social inauditos. Practicar colectivamente el juego de reyes puede mejorar el nivel del paupérrimo ajedrez político que se disputa a diario en la entidad, con errores pavorosos y acciones destempladas de los trebejistas que con nivel de empujamaderas apenas aciertan a tirar piezas del tablero a manotazos en lugar de afinar la concentración, la profundidad de análisis y la técnica, dominando la estrategia al impulso.
El ajedrez también puede abonar a sublimar el encono y a canalizarlo creativamente. Ayudarnos a reencontrarnos como equipo de un mismo color y a aprender a defender colectivamente lo nuestro, planteando un cohesivo gambito social a los problemas y enemigos de los michoacanos. Puede desarrollar el pensamiento estratégico de quienes hoy se vuelcan como carne de cañón a ser peones de un ejército de bandera mercenaria.
En suma, el ajedrez es lógica, ciencia, reflexión, pasión, símbolos y alegorías, pero también dualidad, ritmo, correspondencia y vibración, manifestaciones que deseamos aparezcan expansivas en nuestra sociedad michoacana. Esperemos que se haga más por el ajedrez en Michoacán, por parte de quienes tienen autoridad. Lo reconoceremos en su momento.
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