Por: Hugo Rangel Vargas
Está en curso la celebración de la Feria Internacional de Turismo en España, un escaparate cuya edición número 39 reúne a 886 expositores y a 10 mil 487 empresas de 165 países. La delegación mexicana está encabezada por Miguel Torruco, secretario del ramo del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador y quien se ha planteado, al menos en papel y desde el llamado Proyecto Alternativo de Nación, un giro en las políticas públicas dirigidas al sector turístico.
Para 2017, según datos de la Organización Mundial del Turismo, este sector de la economía representó el 5% del PIB mundial y el 6% de las exportaciones de servicios mundiales. Es además el cuarto sector exportador, después del petróleo, los productos químicos y la automoción. El turismo representa 235 millones de empleos, o sea uno de cada doce empleos en el mundo. México es el país número quince en materia turística medido por el monto de recursos generado, el cual ascendió en 2017 a 21.3 mil millones de dólares y el sexto por el flujo de turistas, que fueron en el mismo año, 39.3 millones de personas.
Pese al ranking que ocupa nuestro país en el rubro, la cantidad de recursos que llegan al país no han significado oportunidades de desarrollo para los habitantes de los principales destinos turísticos. Llama la atención, que según datos del Censo de Población y Vivienda de 2010 (último referente estadístico para medir la marginación y el rezago social a nivel de localidad), en 20 de los 77 principales destinos turísticos de México la pobreza alcanza a más del 50 por ciento de la población.
Por ello es que la preocupación del nuevo gobierno parece ser razonable.
El turismo en México ha crecido, pero sin una política que oriente y promueva la diversificación de destinos ya que a la fecha el 80 por ciento de los visitantes se concentra en sólo 5 destinos del país, se siguen sobreexplotando los recursos naturales y no hay una política de preservación del patrimonio cultural en los principales destinos turísticos aunado a que el crecimiento poblacional es desordenado.
En este sentido, el Proyecto Alternativo de Nación destaca que “parte del problema de la actividad turística es que se encuentra desvinculada de la política social de educación, salud, vivienda y servicios, por lo que paraísos turísticos conviven en con infiernos de marginación”. Esto no es gratuito, puesto que por años el paradigma gobernante ha creído que el crecimiento económico, por sí solo, distribuye beneficios a través del mercado a los sectores más desfavorecidos.
La política de promoción turística en el país ha tenido experiencias de éxito, sin embargo resta ser complementada con la creación de nuevos destinos turísticos para estimular el desarrollo de zonas marginadas, generar políticas de impulso a la competitividad de la planta productiva en las localidades de mayor afluencia con lo que se estarían evitando filtraciones de divisas hacia afuera de las economías locales, fomentar la preocupación de las empresas del sector turístico con el medio ambiente y con la preservación de la cultura, entre otras medidas.
Hacia allá parece caminar la política pública del nuevo gobierno y hay suficientes experiencias y literatura a nivel internacional para reforzarla.
Sin embargo, prevalecen inercias que deben ser abatidas. Aún hay deficiencias técnicas a nivel de las autoridades locales que permitan mejorar el desarrollo urbano y la imagen de los destinos turísticos, subsiste una cultura de la sobreexplotación de la naturaleza y la cultura como atractivos turísticos; todo lo cual tensa la relación de la población que habita en las zonas a donde arriban los visitantes con estos, mermando el capital social de las
mismas.
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