Por: Sandra Arias
¿Saben? Me es imposible no sentir tristeza y un profundo dolor con las últimas noticias relacionadas a la crueldad animal. Odyn de La Piedad, Sota de Barcelona, Miguelito de San Luis, Lobos en Áporo y una amiguita sin nombre de Piedras Negras… ¿Qué nos pasa como humanidad, amigos? ¿En qué momento decidimos hacer daño en vez de hacer un bien?
Juro que intento tener templanza, intento no juzgar las acciones de otras personas porque todos hemos dañado a un ser vivo, a nuestra propia especie, ¡pero no puedo! ¡no puedo! No puedo mostrar tranquilidad ante la alevosía en las acciones de las personas.
¡¿Qué carajos tenemos en la cabeza?! ¡¿Por qué tenemos tanto odio en nuestras acciones?!
Sé que esto empeorará. Cada día pido a Dios y uno mi energía con la energía de la buena voluntad de otras personas que sé que aunque no nos conocemos deseamos lo mismo: un planeta donde logremos sentir empatía por todas las especies, que dejemos de vernos como superiores.
¡Y no, mierda!, ¡no es que me interesen más los animales! sólo que desde pequeña mi afinidad ha sido con ellos y no por eso me despreocupo del niño, niña, hombre, mujer violada o violentada. Pero yo he decidido hablar más por los animales, no porque sean más importantes sino porque se requiere un equilibrio… ellos también sienten dolor.
No sería capaz de matar a un humano porque dañó a un animal, pero sí deseo que si de algo sirven las leyes en este mundo sean para retener y tener aquellos que dañan.
Apelo a la paz, no me gustan las discusiones, los linchamientos. El respeto, la tolerancia, es lo único que puede hacer este mundo con tantas realidades un poco llevadero, pero cuando se daña a un tercero no nos podemos quedar con los brazos cruzados.
¡¡Que se cumpla la ley y dejen de poner pretextos pendejos para solapar acciones por demás premeditadas!! ¿De qué mierda sirve un reglamento o una ley si se la van a pasar por los huevos?
Ellos ahora tienen voz, y somos muchos pidiendo justicia.