El amor en los tiempos del desabasto

Código Alpha/Santiago Núñez

Después de varios días sin un flujo constante de combustible en muchas ciudades de nuestro país, han aflorado distintos fenómenos que nos dejan ver lo complejo y transversal de esta situación, sería muy extenso de mi parte el intentar desmenuzarlos todos, pero por ello es que me voy a centrar en algunos aspectos medulares.

En primer término esta crisis nos deja ver de manera muy clara el papel central que juegan los combustibles fósiles en la vida económica de un país como lo es México. Sobre todo en Estados Unidos y Canadá cada día es más común que la flota vehicular privada se vaya renovando con la adquisición de vehículos híbridos (apoyados por un pequeño motor eléctrico que soporta al de combustión interna tradicional) y en los últimos años también ha cobrado mucha fuerza la presencia de vehículos 100% eléctrico con motores enchufables que se cargan del sistema eléctrico convencional, ejemplos de ellos son la gama del fabricante californiano tesla propiedad del multimillonario Elon Musk, así como la oferta de las marcas tradicionales que ya cuentan casi todas en Norteamérica al menos con una versión 100% eléctrica entre su portafolio de productos.

En el caso mexicano una abrumadora mayoría del parque vehicular se mueve con combustible tradicional como lo es gasolina, amén de las preferencias de los consumidores mexicanos quienes todavía ven con ciertas dudas la adquisición ya no digamos de un vehículo eléctrico sino simple de una versión híbrida, lo cual se justifica en gran medida por la falta de interés de las distintas marcas automotrices en diversificar su abanico de opciones en nuestro país.

Mención aparte merece el caso de los vehículos no comerciales impulsados a diésel , otra opción que también es muy popular en Europa pero que en México no tuvo éxito por la dificultad de encontrar diésel en muchas de las estaciones de servicio que se encuentran en el corazón de las distintas ciudades mexicanas. Así como por lo complicado que resulta el mantenimiento de dichas motorizaciones e incluso por escándalos como el “diéselgate” en el cual el grupo Volkswagen mintió al gobierno estadounidense sobre las emisiones contaminantes de sus motores diésel, lo cual fue un duro golpe que prácticamente sepultó el futuro de dichos motores a nivel privado en Norteamérica.

En segundo término debemos analizar el aspecto político que se ha venido desarrollando en torno a esta crisis de gasolina, destaca por sobre todos los elementos del mismo, un fuerte componente de odio, de polarización social y de opiniones divididas en torno a la estrategia que ha implementado el gobierno federal para disminuir el robo de combustibles en las líneas de petróleos mexicanos. Llama poderosamente la atención que gran parte de la sociedad civil, esté apoyando la medida aún y cuando ni desde el propio gobierno federal se ha establecido de manera técnica, con cifras, con estadísticas y con información contundente en qué consiste la supuesta estrategia. Más allá del discurso gubernamental, más allá de las conferencias de prensa y de la poca información y ejes estratégicos que han surgido desde el gobierno, lo que resulta más peligroso es el ánimo de polarización que existe entre la propia discusión coloquial; la que se da con el ciudadano de a pie, la que se da entre todos aquellos que están fuera de la estructura formal de gobierno y de toma de decisiones en este país, no podemos darnos el lujo de seguir echándole (paradójica y metafóricamente) gasolina a un escenario político y social que de por sí ya se encuentra muy dividido desde la última campaña a la presidencia de la República.

Por último, podemos ver que esta crisis ha destapado lo vulnerable y poco preparado que se encuentra nuestro país para hacerle frente a un escenario de emergencia o contingencia que afecte de manera especial a los servicios de distribución energética y ya no digamos a los servicios públicos: imaginemos un fenómeno natural o social que interrumpa el suministro de agua potable o del sistema de distribución de energía: si hoy estamos al borde del caos, en un escenario como el planteado volveríamos a las cavernas.

Esta contingencia debe servir para replantearnos el sistema de protección civil, el sistema de manejo de emergencias, ya que incluso en nuestro país no existe una agencia federal que se encargue de tales situaciones como si existe en Estados Unidos con FEMA; esta crisis debe servir para replantearnos nuestro modelo energético, nuestro modelo de consumo y la oferta de vehículos más eficientes a nivel del sector automotriz mexicano. Pero sobretodo esta crisis debe ser impulsada con un pensamiento que sea objetivo, racional, estudiado, de lo contrario lo único que tendremos como resultado es una sociedad polarizada políticamente, dividida y sin gasolina…

Sergio Santiago Núñez Galindo.
Abogado, consultor y candidato al especialista en seguridad nacional y derecho internacional humanitario.

santiagonunez@alphaconsultores.com.mx

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