Por: Ernesto Pacheco Cáceres
«En los momentos de crisis, sólo la imaginación, es más importante que el conocimiento”.
Albert Einstein
Acontecimientos trágicos que generan consternación, caos, miedo y hacen perder la tranquilidad, pueden ser el momento justo para evaluar la capacidad de respuesta de un gobierno, saber si tienen la sensibilidad para comunicar de manera adecuada; también el tiempo de respuesta; y sí se cuenta con protocolos de actuación que les permita dar certidumbre y tranquilidad a la sociedad; y sobre todo, la presencia de un liderazgo político para enfrentar la tensión del momento.
En este análisis podríamos mencionar sucesos relativos al Gobierno de Enrique Peña Nieto, como un ejemplo de lo que nunca se debe hacer, -uno de tantos fue “La Casa Blanca”- donde el pésimo manejo de la crisis evidenció la incapacidad de entender a una sociedad harta, desconfiada y escéptica.
En el presente, la nueva administración enfrentó casi de inmediato un acontecimiento que pone a prueba todas sus capacidades, ante lo que parecía ser un representativo 24 de diciembre, con su tradicional cena de Noche Buena, fiesta, regalos y convivencia familiar; que se vieron interrumpidos por la lamentable noticia que llegaba por todos los medios de comunicación; la trágica muerte de Martha Erika Alonso Hidalgo, Gobernadora de Puebla y su esposo, Rafael Moreno Valle Rosas, Senador de la República, tragedia que generó una pausa en las mesas de convivencia, para el análisis político casero y una multitud de preguntas que ansiaban respuesta esa misma noche, tales como; ¿Qué fue lo que pasó?, ¿Que estaban haciendo juntos?, ¿El viaje era parte de su agenda política?, ¿Quién fue el responsable, acaso es la nueva forma de actuar del gobierno?, ¿Fue obra de actores políticos resentidos?, etc.
Esa tarde, contrario a su antecesor el presidente de México, asumió la responsabilidad de comunicar las malas noticias que consternaban a todo el país, mandando el pésame a las familias de los afectados; hasta ahí todo bien, sin embargo, a los pocos minutos de que se difundiera la noticia, aparecieron actores políticos cercanos a su gobierno que de manera reaccionaria abonaron a la polarización de la sociedad, con pronunciamientos en Twitter con evidente falta de sensibilidad, sobre todo por los antecedentes de derrota de Miguel Barbosa, excandidato a Gobernador por el Estado de Puebla quien solamente refirió: “Lo ocurrido a la Gobernadora es Karma”; y quien no podía faltar fue la estrella de la farándula política, Fernández Noroña, Diputado del PT, con su frase: “Rafael Moreno Valle era terrible, su mujer Martha Erika Alonso su cómplice, los combatí por lo que representaban”, ambos comentarios inadecuados que de inmediato se volvieron tendencia y generaron grandes críticas.
Con estos sucesos pareciera que se rompe la comunicación entre gobierno y sociedad; se vuelve la antesala de una crisis de comunicación, que inicia en la ceremonia luctuosa donde impera el miedo, la incertidumbre que destroza la tranquilidad, generando el levantamiento de voces que exigen justicia y claridad en los acontecimientos, mostrando esa sociedad desconfiada y escéptica de la que hablábamos, la que es capaz de desatar la imaginación buscando culpables inclusive en el gobierno.
En reacción, seguramente los asesores del presidente, le indicaron saliera a dar un posicionamiento para dar tranquilidad a la sociedad en su conferencia mañanera, que diera muestra de sensibilidad y liderazgo; sin embargo, a su entender había que “aventar la papa caliente”, acusar a los conservadores de siempre, a ese grupo mezquino, a los neofascistas que ahora quieren responsabilizar al gobierno; esta postura, le dio un nuevo escenario a los acontecimientos ya de por sí lamentables, donde se observó una batalla con los Hashtag #AMLOAsesino y #ConLaTragediaNo, que dio inicio a una crisis de comunicación política, donde al parecer al nuevo gobierno no le sirvieron de nada las clases intensivas de pésima comunicación de los seis años de Peña Nieto en el manejo de temas sensibles como Ayotzinapa, Tlixtla, Tlatlaya, etc.
