Por: Hugo Rangel Vargas
Sea cual sea el resultado del escrutinio ciudadano sobre el nuevo aeropuerto internacional de México, e independientemente de que exista una respuesta mayoritaria en favor de la continuidad de las operaciones de aeropuerto Benito Juárez y la habilitación del aeropuerto militar de Santa Lucia, o bien, la conclusión de las obras y la puesta en marcha del aeropuerto en Texcoco; la consulta ciudadana es un triunfo de la modernidad y sin duda constituye una victoria del gobierno federal en ciernes.
El primer elemento que configura este triunfo es que nunca una decisión de esta magnitud había sido tan profusamente discutida y debatida por la opinión pública, ni tampoco se había dado la oportunidad a los mexicanos para que expresáramos nuestra opinión; aún cuando esta tomará la forma de una simple respuesta dicotómica.
Y es que la visión unidireccional del ejercicio de gobierno, los modelos de toma de decisiones basados en criterios unilateralmente definidos y la acción gubernamental expresada en inversiones de esta magnitud que sólo tomaron en cuenta parámetros de rentabilidad meramente financieros; parecen anacrónicos en una realidad extremadamente compleja en la que la sociedad tiene diferentes niveles de interacción y no sólo una única escala de valores y apreciaciones.
Por ello es que la expresión de una voluntad o una opinión de un ciudadano, esconderá tras de si diversos códigos o significados que se traduzcan en la primacía de un criterio por encima de otros. Los argumentos ambientales, las posiciones de valoración financiera, la visión del cuidado del prestigio internacional de nuestro país, así como la revisión de la transparencia y la legalidad de los contratos celebrados para la obra del aeropuerto de Texcoco; han sido elementos suficientemente esgrimidos frente a una ciudadanía que desde 1910 esta apta para la democracia -Porfirio Díaz dixit-
Otro triunfo de esta consulta es la posibilidad de cuestionar la visión centralista que priva aún en la lógica de las decisiones en materia de política pública. Con la construcción del aeropuerto de Texcoco se sigue viendo al centro del país como el foco de concentración de la llegada de visitantes y de mercancías a México; mientras que la remodelación de la base militar de Santa Lucia y la continuidad de las operaciones del actual aeropuerto de la Ciudad de México, obligaría a detonar obras de infraestructura para la creación de una red de aeropuertos concéntricos a la capital del país (Puebla, Querétaro y Toluca), mismas que podrían llevar visitantes, mercancías y crecimiento económico a otras zonas de la república.
Finalmente, López Obrador podría anotarse un triunfo político cargado de simbolismo al inicio de su administración. Este podría consistir en cancelar o al menos redefinir una de las obras más emblemáticas y suntuosas de la administración peñista, cuya carta de presentación ante la memoria colectiva de los mexicanos es la corrupción.
Bajo cualquier otra circunstancia o en cualquier otro gobierno, la discusión del aeropuerto de Texcoco adquiría matices meramente técnicos, pero la serie de escándalos que se acumularon en el gobierno saliente; dan al NAIM un tufo de corrupción o al menos de duda que, para quienes decidan acudir a expresar su opinión en la consulta convocada por López Obrador, podría derivar en votar en contra de la continuidad en su construcción.
Twitter: @hrangel_v