Por: Erik Avilés
La coordinación es prerrequisito de acciones por el desarrollo deportivo más complejas. A pesar de la polémica que se ha suscitado por diversos puntos específicos entre el orden de gobierno estatal y el municipal, es de celebrarse que ante una situación deportiva haya acuerdos y estén trabajando coordinadamente, en pro de que los Aguacateros de Michoacán tengan una sede, que será la Unidad Bicentenario, la cual se encuentra virtualmente abandonada a la vez que se aprovecha para sembrar el camino para ulteriores acciones conjuntas.
La Unidad Deportiva Bicentenario nace hace siete años absorbiendo casi la mitad de la in del denominado Crédito de la Zona Norte, en el cual se solicitaron 400 millones de pesos en empréstito con la finalidad de impulsar el desarrollo de las colonias septentrionales del municipio, que han sido secularmente desfavorecidas por la toma de decisiones de inversión.
A su inicio, se promovieron la conformación de ligas y clubes de disciplinas deportivas diversas. Incluso, se realizaron eventos nacionales e internacionales. Empero, la falta de mantenimiento, aunada a políticas públicas endebles hicieron que el espacio cayera en desuso y abandono, llegándose al extremo de que en época de lluvias se suspendían las clases en la alberca. -No se vayan a mojar los alumnos-, pensábamos muchos. La realidad es que el humedal sobre el que fue construido, al volver a recibir el fluido pluvial en su lecho exhibe la enorme necesidad de mantenimiento profundo que requiere la cuenca de la alberca.
Posteriormente, la explanada albergó un cuartel itinerante de la Policía Federal, que rompió con la dinámica de inseguridad que comenzaba a campear por las noches, pero no logró promover la afluencia de usuarios.
Ahora, con la inminente llegada de los Aguacateros de Michoacán, la enorme inversión en materia de conectividad que le rodea a la Unidad Deportiva Bicentenario, como la recientemente construida conexión con la avenida Oscar Chávez, aunada al enorme espacio en el que reside un importante potencial de utilidad social, que es el Bosque José Ma. Morelos, ubicado al norte del complejo deportivo brinda posibilidades de la práctica de otras disciplinas deportivas.
Sin duda es buen momento para la intervención interinstitucional coordinada para dotar de funcionalidad y aprovechamiento a los cientos de millones invertidos hace unos años en la zona norte de Morelia, que desde la época de la Conquista ha sido desfavorecida en cuanto a inversión, obra pública, activación económica y desarrollo comunitario. Esperemos se consolide este esfuerzo y al mismo sigan muchos pasos subsecuentes por garantizar el derecho al deporte a los morelianos, promover el básquetbol, rescatar conjuntamente el Auditorio Bicentenario y a la vez combatir las desigualdades territoriales. Que así sea.
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