Columna de opinión
Por Teresa Da Cunha Lopes
Las nuevas estructuras de interacción en red han aumentado la capacidad de las personas para conectarse y colaborar con otras personas más allá de su ubicación física inmediata. Han abierto oportunidades pero, también establecido nuevos limites
Morelia , Mich . 11 Septiembre 208.-Las circunstancias en que las personas interactúan entre sí se han alterado dramáticamente desde la década de 1980 de manera que se han transnacionalizado las prácticas sociales y políticas. Estos cambios fueron introducidos por un conjunto de circunstancias en que las relaciones locales, nacionales y globales estimuladas por la invención de nuevas tecnologías de la comunicación y de transporte, crearon la creciente interdependencia económica y el desarrollo de sistemas de gobernanza mundial que incorporan a los Estados, pero se extienden para allá (y a través) de los Estados-nación.
Nuevos problemas globales asociados con el desarrollo económico, la energía nuclear, la salud, la ecología y los riesgos tecnológicos han surgido de que tienden a unir juntos las oportunidades de vida de las personas en todos los países en las redes complejas de interdependencia.
Las nuevas estructuras de interacción de las sociedades contemporáneas han aumentado la capacidad de las personas para conectarse y colaborar con otras personas más allá de su ubicación física inmediata. Ellas han abierto oportunidades para encontrar una gama mucho más diversa de personas, bienes, ideas y proyectos colectivos. Al mismo tiempo, sin embargo, también debemos reconocer que el desarrollo de las conexiones transnacionales es a menudo involuntario, a veces coercitiva y sus «oportunidades» y posibilidades desigualmente distribuidas en función del país y de la esfera social en la que se encuentran las personas.
El aumento de la movilidad de las personas, de los productos básicos y de las ideas es, pues, una característica central de esta nueva era de la interacción humana en la que las fronteras territoriales de la mayoría de los estados-nación son ahora porosas. Los límites de la nacionalidad se han desdibujado por la pluralización cultural, derivados de la migración, multiculturalismo étnico, la diversidad cultural de todo tipo, y las crecientes demandas de reconocimiento de las diferentes opciones de vida.
Estos cambios son a menudo considerados, tal como lo propuso Castells en 1996, como un cambio en la democratización de las relaciones sociales y políticas de los espacios territoriales relativamente cerradas de los estados-nación para abrir, las relaciones en red que atraviesan el globo entero. Esta interpretación lineal, sin embargo, oculta una imagen mucho más ambivalente.
Es verdad que muchas redes basadas en la comunicación en Internet son relativamente abiertas, a pesar de los diversos niveles de la censura estatal y la creciente prominencia de paywalls contenido. Pero, en su opuesto, muchas de las redes globales y transnacionales, que van desde grupos empresariales a las organizaciones criminales, son tan cerradas y jerárquicas como los estados territoriales, si no más.
Redes funcionales o redes de información nuevas, a menudo crean nuevos límites en que la participación depende del nivel educativo, de las credenciales sociales, del acceso a la tecnología y del control más amplio de los recursos materiales y culturales