Por: Leovigildo González
En política no hay «sorpresas» solo «sorprendidos» reza un dicho popular, en Zitácuaro se fragua otra traición a las bases de Morena con la posible imposición de Antonio Ixtláhuac Orihuela a la Presidencia Municipal la cual saldría desde Casa Michoacán.
El originario de Zitácuaro no es un referente de lealtad partidista, ya ha traicionado al partido que lo vio nacer como político, sí, el «odiado» PRI, ese que parece poco a poco transformarse en Morena.
Bedolla se ha encargado de pasar por encima de las estructuras morenistas, no las toma en cuenta para las decisiones, si, esas que lo ayudaron a llegar al poder hoy están más que olvidados, en busca de que alguien los voltee a ver.
En la pasada campaña a la gubernatura se ufanaban unos cuantos con la frase «un fundador será gobernador», con la esperanza de que fueran tomados en cuenta quienes apostaron en Morena desde que nadie confiaba en el proyecto, porque muchos que ahora presumen pertenencia construían carrera en otros partidos «conservadores».
Es evidente, que Orihuela no respetó los acuerdos con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) que lo abanderó para que fuera candidato a la Presidencia Municipal de Zitácuaro, la traición ya iba implícita.
El «primer» morenista de Michoacán es quien busca rodearse de este tipo de personajes y ha quienes respalda, así que no sorprendería que a él también lo traicionen, así como lo hicieron en el pasado no solo con partidos, también con sus «padrinos» políticos, o pregúntenle a su antecesor, Silvano Aureoles, a quien en cuanto perdió el poder se cansaron de negar.
El «ego» es el principal enemigo de quienes buscan el poder, y cuando lo tienen, es la primera causal para que terminen en la basura de la historia, así que aún es tiempo de recomponer el camino.