Por: Leovigildo González
Es obvio que Alfredo Ramírez Bedolla, fue alguien a quien la suerte lo volteó a ver en el 2021 cuando Morena se quedó sin candidato a la gubernatura de Michoacán, pero eso es pasado y hoy, ostenta el poder.
Y es ahí, dónde Bedolla se perdió, no hay nada más efímero que el «poder», un día eres, y al otro ya no, hay quienes sobreviven a la caída y también están los que no.
El pasado 20 de diciembre de 2023, cayó como una bandeja de agua fría la designación de Celeste Ascencio como la candidata de la primera fórmula al Senado de la República por Morena, alguien que no se le ubica en el grupo del gobernador.
Pero si algo les dolió más, fue que Raúl Morón, fuera designado en la candidatura a la segunda fórmula al Senado por Morena, cuando toda la apuesta gubernamental en Michoacán fue realizada para Carlos Torres Piña quien hasta hace unos meses era el segundo al mando de la administración estatal.
Ese día perdió Bedolla, en sus primeros años como gobernador no logró formar acuerdos sólidos ni con la dirigencia nacional de Morena y con diversos actores políticos que en su momento lo ayudaron a llegar al poder.
Fue todo lo contrario, se alejó de Raúl Morón y desdeñó a todo su equipo, Leonel Godoy, vice coordinador de la bancada de Morena, también terminó por marcar distancia con Bedolla, a ellos se les sumó Fidel Calderón, Juan Carlos Barragán e Itzé Camacho.
Aunque han minimizado los liderazgos en Morena siguen pesando dentro o fuera del poder, tal es el caso de Morón, que aguantó dos años y medio estar lejos de la cúpula estatal de Morena para consolidar una relación a nivel nacional que solidificaron sus aspiraciones al Senado.
Bedolla en la designación al Senado se jugaba parte de la sucesión por Morena a la gubernatura, y evidentemente cayó en manos de sus «adversarios» internos, con quienes hemos visto no se quiere sentar a generar acuerdos.
Alejado de estructuras fieles de Morena y cercano a Neomorenistas extraídos de las cúpulas perredistas y priístas, Bedolla tendrá que construir para evitar un desastre en la segunda parte de su sexenio, de seguir así, le harán el «viva el rey, muera el rey» muy acostumbrado en política.
En este proceso electoral se juega un gran porcentaje de la gobernabilidad de la segunda parte del sexenio bedollista y el escenario no es nada alentador para quienes hoy se ufanan de tener el efímero poder.