Por: Editorial
Cuando nadie alzaba la voz, los sacerdotes católicos de la Tierra Caliente se erigieron como los máximos referentes y voceros incluso arriesgando su vida.
Nadie les ha reconocido lo que han hecho, aún está presente aquella petición de paz en Coalcomán en una carretera cortada por la delincuencia.
Tal parece que se les olvidó aquella carta que salió de la Diócesis de Apatzingán con un grito de auxilio al Papa Francisco, quien respondió desde Italia pidiendo paz y oración por Aguililla.
Ojalá que la sociedad no olvide lo que ha hecho el Padre Goyo, desde hace varios años con los desplazados de la violencia.
El Ayuntamiento de Pátzcuaro debería considerarlos para que reciban la presea Gertrudis Bocanegra.
Mientras tanto seguirá el #RuidoEnLaRed