Por: Editorial
Más allá de la comida, el pago regular y las drogas ilimitadas, el CJNG también ofrece a sus jóvenes soldados una especie de estructura familiar. Todos, incluso el jefe local, se refieren a su superior inmediato como “Apa”, como un niño diría “Papá”.
Los cárteles han desarrollado drones portadores de bombas, y el guerrero más temido en estos campos de batalla es el “dronero” o operador de drones. Si bien inicialmente fue tosca y peligrosa de cargar y operar, y aún preocupantemente indiscriminada, la guerra con drones ha mejorado, y no es inusual ver techos de graneros o cobertizos de metal abiertos como latas por el impacto de las explosiones de drones.
Los lugareños también afirman, aunque hay poca evidencia más allá de unos pocos cráteres en las carreteras, que los cárteles están comenzando a usar minas terrestres.
Para manejar la creciente potencia de fuego en el conflicto, el gobierno mexicano ha recurrido a jugar una carta poderosa para superar al CJNG: helicópteros artillados Blackhawk equipados con ametralladoras eléctricas de cañón giratorio que pueden disparar 6 mil rondas por minuto.
Es un arma que casi define el “fuego general indiscriminado” y está prohibida en la mayoría de los países en los conflictos civiles. Es el tipo de arma que el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que ya no quiere. Pero por el momento, una potencia de fuego tan masiva es lo único que detiene a CJNG.
No está claro que vaya a ser así por mucho tiempo. El CJNG es conocido por dos cosas: ser el cártel más armado de México y el único que derribó un helicóptero militar.
Mientras tanto seguirá el #RuidoEnLaRed