Por Bryan LeBarón
Hoy en día, si existe justicia y los casos de arbitrariedades no se olvidan, son en gran parte por el importante papel de los medios de comunicación.
Nuestro caso muy probablemente sería una anécdota más, si no hubiéramos contado con la sensibilidad y solidaridad de nuestros amigos de los medios.
Los reporteros nos han acompañado y caminado con nosotros desde Cuernavaca a la Ciudad de México; fueron testigos de nuestra petición de hablar con el Presidente Andrés Manuel López Obrador sin obtener alguna respuesta.
Bajaron con nosotros al basurero de Cocula, y marcharon junto a cientos de víctimas en Chilapa, Guerrero. Los medios de comunicación en nuestro país tienen un papel que va mucho más allá de informar, porque si no existiera esa voz valiente, nadie se enteraría de lo que ocurre en este México herido.
Por eso, en estos días vi dos incidentes que me parecieron muy graves, y que nos debería unir a todos los mexicanos.
El primero fue la amenaza al editor de El Universal, diario que es puesto por el Presidente, del lado de la oposición. Este fin de semana fue acorralado el periodista Francisco Resendiz.
De propia voz narró que de un automóvil descendieron varias personas “Uno de ellos dijo que sabía quién era y soltó: ‘ya se pasaron, le bajas… te voy a romper la madre, te voy a buscar hasta encontrarte y te voy a matar, te voy a meter de balazos, ya se pasaron, así que bájale con lo que publicas’”, explicó.
Hasta este punto ¿cuál es su pecado?
Narrar un punto de vista de la realidad que nos impacta a todos los mexicanos. Sea cual sea el punto, cualquier persona debería tener garantizado su derecho a opinar, su derecho a expresarse, sin miedo de una reprimenda, mucho menos de vivir amenazado de muerte.
Pero creo que todo viene de un mal ejemplo que se da desde Palacio Nacional, hoy en lugar salir con una firme condena a los hechos, el Presidente se enfrentó a otros dos medios, uno es Carmen Aristegui, quien fuera víctima de un sistema autoritario cuando fue cesada por denunciar la Casa Blanca del ex presidente, y el otro es la revista Proceso, quien fuera un medio de oposición en la época más fuerte de represión y censura.
Hoy ya no son del agrado del presidente pues hicieron un reportaje donde señalan irregularidades de un terreno de sus hijos. Así que hoy son “conservadores”, que nunca “han informado al pueblo”, según él.
Hoy la medida moral y ética para los medios parece ser si hablan bien de López Obrador, parece olvidar que ellos tienen una misión mucho más alta, y que su protección nos debería merecer toda la atención.
Mis respetos a los medios, a Quadratin, a su valiente ejercicio, a todos los que nos han abierto espacios, y cuenten con nuestra permanente solidaridad y respeto.