Por: Hugo Rangel Vargas
Para la economista venezolana Carlota Pérez, un período de transición tecnológico en la economía, tal y como el que se vive en el mundo (y que probablemente esté concluyendo), lejos de representar un obstáculo, podría significar una valiosa oportunidad para que se alcance la redefinición del aparato productivo de las economías en desarrollo.
El nuevo entorno tecnológico brinda a estas economías rezagadas en el contexto internacional, condiciones singulares en las que las plantas productivas que se gestaron con las olas tecnológicas anteriores en los países desarrollados lucen anquilosadas; aunado a ello el marco socioinstitucional, construido para fomentar la prosperidad con el anterior paradigma es incapaz de responder a las nuevas condiciones. Esto, en palabras pamboleras, es como ir a tiempos extras con nuevas reglas sobre la cancha. El partido recomienza 0 a 0 y quien anote gol, gana.
Esta enorme oportunidad está siendo dilapidada, o quizá ya fue, por la economía mexicana que muestra enormes rezagos en materia de su incorporación a la ola tecnológica, misma que arrancó con la llamada revolución del conocimiento. Las reglas de la economía mundial son ahora diferentes y hemos hecho poco para que el grueso de los ciudadanos se igualen en oportunidades de acceso a información o tecnologías, tal como lo han hecho otras economías en desarrollo.
Por ejemplo, mientras en Corea del Sur el número de usuarios de internet equivalen al 95 por ciento de la población o en Chile son el 84 por ciento, en México; según datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información, estos representaron apenas el 65 por ciento en 2018.
A nivel desagregado, la misma encuesta da cuenta de una enorme diferencia al interior del territorio nacional, siendo el uso de internet eminentemente urbano. En este sentido, el 73.1 por ciento de la población en zonas urbanas son usuarias de internet, cifra que contrasta con 40.6 por ciento de las zonas rurales. Por ello es que el 25 por ciento de cobertura territorial de los servicios de internet que ha reiterado el presidente López Obrador, no parece alejado de la realidad.
Resulta urgente, aún y cuando sea al cuarto para las doce, que se pongan manos en el asunto. El país no puede seguir dejando a las libres fuerzas del mercado un tema estratégico como el acceso de la población al internet y las tecnologías de la información y si para ello se tienen que construir alianzas con empresas de alto calado mundial en la materia, esto tendrá que hacerse.
Es imprescindible aprovechar, tal y como lo ha guiñado el gobierno de la Cuarta Transformación, el interés de empresarios como Mark Zuckerberg, a quien conviene que los servicios de internet a bajo costo se extiendan y quien ha lanzado iniciativas interesantes en la materia en Brasil y México.
Esperemos que estos esfuerzos no lleguen tarde, que CFE Telecomunicaciones y la tentativa de dotar de cobertura a todo el país de internet camine con indicadores de efectividad social que inserten a México en esta carrera en la que llevamos kilómetros de retraso.
Twitter: @hrangel_v