Por: Hugo Villegas-Santibáñez
Ya con mi pedazo de hielo en la mano, busco un encendedor y el foco, al que ya le saqué con mucho cuidado el filamento para no romper la bombilla de vidrio, convirtiéndolo en una cachimba. Tengo mi lugar favorito, es una esquina de un lote baldío, alejado de la mirada de vecinos curiosos y, sobre todo, de los pseudo-guardianes del orden, quienes sólo buscan extorsionar más que el combate a las drogas.
Mi corazón aumenta su ritmo cardiaco antes de “helarme”, con el solo hecho de saber que tengo todo lo necesario para emprender un episodio más. Debajo de un árbol me siento en una piedra, ansioso e impaciente, dejo caer dentro de la bombilla una ración, con la mano derecha tomo el encender e inicio a calentar por la parte externa para que los vapores del hielo salgan por el orificio donde saqué el filamento.
En cuanto empieza a salir el humo lo inhalo profundamente e ipso facto los problemas y preocupaciones se desvanecen, una inmensa energía inunda internamente mi cuerpo, se extiende a los pensamientos y al mundo que me rodea. No hay perturbación ni miedo. Con la respiración agitada y la boca reseca platico con mi soledad los proyectos de vida, parecen tan realizables como un reflejo de la fortaleza de mi autoestima, no hay límite.
El fuerte viento sopla moviendo bruscamente las hojas del árbol que empata con mi dopado estado al que me aferro como el árbol a las raíces, y así el tiempo digital o análogo transcurre, sin percatarme, hasta terminar con la provisión de metanfetamina.
Han pasado por lo menos 40 horas sin dormir y sin comer. Las tripas me gritan de hambre, pero la boca no me pide bocado. Una lacerante resaca ha llegado acompañada de angustia y desesperación desalojando el falso e impermanente estado de felicidad que provocó el uso de esta sustancia química altamente adictiva (Relato editado de un adicto).
La metanfetamina es una droga estimulante de apariencia semejante a fragmentos alargados de cristal con una estructura química similar a la anfetamina que, bajo control médico, es utilizada para tratar el déficit de atención e hiperactividad y la narcolepsia. Se le conoce también como hielo o ice, cristal, frío, vidrio, foco, etcétera.
Es una droga barata y, por lo tanto, de fácil acceso en los estratos sociales con menos ingresos, llegando a la preferencia de los jóvenes principalmente. El aspecto característico de un adicto es pérdida excesiva de peso, rostro cadavérico, problemas dentales, a veces violento, con ansiedad y/o depresión. Con el consumo constante una comezón invade su cuerpo provocando laceraciones epidérmicas al rascarse.
En la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 (ENCODAT 2016-2017) se encontró que la tendencia en el consumo de drogas de alguna vez, entre la población de 12 y 65 años de edad, la encabeza la mariguana con 8.6%, seguida por la cocaína con 3.5% y sólo 0.9% en el uso de metanfetaminas.
Aunque actualmente el consumo de metanfetamina es relativamente bajo en México, existen dos factores que pueden detonar un incremento de adictos: el bajo precio y la gran oferta del estimulante químico.
La DEA (Drug Enforcement Administration) señala en la publicación de National Drug Threat Assessment octubre/2018 que los laboratorios clandestinos para producir cristal de metanfetamina que abastecen al mercado norteamericano se encuentran en nuestro país. Son las organizaciones criminales mexicanas las principales productoras y exportadoras de esta sustancia que la introducen a través de la frontera sur de los Estados Unidos.
De acuerdo con el mismo reporte, los decomisos de metanfetamina se incrementaron 255% entre 2012 y 2017, pasando de 8 460 kilos a 30 081 kilos, la mayor parte de la droga se incautó en la franja fronteriza de California y Arizona. Aunado al panorama anterior, la competencia entre las organizaciones ha provocado la disminución en el precio. Entre enero de 2012 y marzo de 2017 bajó 13.6%, de $81.00 a $70.00 por gramo. Mientras eso pasaba, la pureza del producto se incrementó 6%.
En conclusión, si en México se está produciendo tal cantidad de metanfetamina, es muy probable que en calles y barrios nacionales tengan suficiente estupefaciente con alto grado de pureza y a precios accesibles para enganchar más jóvenes.
Hugo Villegas-Santibáñez, doctor en Ciencias Sociales.
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