Por Adolfo Sánchez Venegas
México, 16 Nov (Notimex).- José Maximiliano Pérez Lemus, migrante hondureño, dijo que sin importar el tipo de trabajo que desempeñe, sea de ayudante de albañil o en el campo, quiere quedarse en México, pues lo que más le asusta es la pobreza.
“Quiero mandar dinero a mi familia, lo necesita mucho. Lo que más nos asusta es vivir en la pobreza y en Honduras no tenemos apoyo de nadie, ni del presidente, sólo si eres de su partido, y eso a veces”, expresó.
En entrevista en el campamento ubicado en Ciudad Deportiva de Magdalena Mixhuca, comentó que salió de su casa el 24 de octubre, acompañado de uno de sus primos, quien fue detenido por autoridades migratorias mexicanas y desconoce su paradero.
Desesperado, busca quien le preste un teléfono para comunicarse con su familia en Honduras para decirles que está bien y que seguirá su camino hacia Estados Unidos, o como ya planean algunos salvadoreños, llegar hasta Canadá.
Sin embargo, aclaró, yo preferiría quedarme en México para trabajar de albañil o de campesino, que es lo que he aprendido.
Comentó que el trabajo en el campo de Honduras se ha caído. «Yo me dedicaba a cosechar café, maíz y frijol, pero los precios de los insumos se han elevado muchísimo y hacen imposible sembrar la tierra».
Vestido de pantalón de mezclilla color café y una camisa caqui, así como una gorra de beisbolista, Pérez Lemus relató que entre la frontera de Honduras y Guatemala, las bandas de polleros le quitaron su teléfono, pues prefirió darlo antes de que le quitaran su dinero.
Aseguró que para él, esta travesía no es una aventura, sino una experiencia, pues lo que busca es un trabajo «y una vida mejor para mí y mi familia. Lo importante es trabajar, mandarle a mi familia un poco de dinero. Quiero trabajar para arreglar mis papeles y quedarme aquí en México», reiteró.
“Tengo un poco de miedo de salir de aquí de la Magdalena Mixhuca, pues si me atrapa la migra de seguro me regresan a Honduras. Uno le teme más a la pobreza que a otras cosas”, expresó para luego buscar quién le prestara un teléfono celular para comunicarse con su familia.
En tanto, el grupo de salvadoreños que pertenece a la caravana del Padre Solalinde, integrada por entre mil 200 y mil 400 personas, camina, juega futbol o se forman para cortarse el pelo.
Las autoridades locales proporcionaron a los migrantes desayuno caliente. Para quitarse el frío, los salvadoreños se forman por un vaso de té caliente. La mayor parte de ellos viste chamarras y suéteres, así como gorras, pues no están acostumbrados a las bajas temperaturas registradas en los últimos días en la Ciudad de México.