Blindar la Nación ante las futuras pandemias



Por Teresa Da Cunha Lopes

Nuestras palabras pueden ser de contención, más ellas deben ser como un cuchillo de acero para hablar de la no gestión de la pandemia y de los errores, sistemáticos de los últimos ocho años.

Frente a los escenarios de los riesgos de pandemia, el Estado , lentamente, sí, pero con perfecta intencionalidad, había abandonado, destruído las estructuras dejadas por el secretario Córdoba en el 2009 y, por lo tanto quedado desarmado frente a una nueva pandemia, con un «animal» ,un virus mucho más resiliente, más contagioso y más mortal.

El país, llegó a la pandemia desarmado. Sin cuadros formados en los campos de la línea de frente, sin reservas de camas, respiradores, cubrebocas, presupuestos a la baja, recortes de personal, sin voluntad política. Las responsabilidades no son de cuadros medios y de burocracias rígidas. Son al más alto nivel de decisión. Al más alto nivel del estado. Es ahí donde hay que buscarlas, identificarlas , apurar responsabilidades, iniciar carpetas de investigación.

La obligación de los electos, de los políticos es de preparar el país para las catástrofes. De colocar , en la medida de lo posible, un blindaje. Es evidente que en México ( y, no solo) tal no sucedió y, llegamos a la Covid 19 en un estado de indefensión criminal. Es por ende , necesario hacer un análisis político y, no solamente epidemológico , de la crisis.

Dejémonos de contar «historias » sobre la crisis ( las crisis) desencadenadas por la Covid -19. Fallamos , los ejecutivos federales , el anterior y este fallaron monumentalmente en sus responsabilidades en las políticas de salud pública. A nivel estatal y municipal los últimos 8 años acumularon una espiral de omisiones y de incompetente gestión del sector salud. Panorama político al cual hay que sumar la corrupción rampante en el sector salud.

Ahora buen, la salud, un derecho fundamental constitucionalizado es (debería ser) una de las funciones del estado en sus tés niveles. Un campo en qué, de sexenio en sexenio debería existir una continuidad de programas que funcionan , que están para allá de la politiquería. Un campo en que las competencias y destrezas , el conocimiento, la investigación , la formación adecuada de recursos humanos , la cobertura sobre el terreno y la inversión de medios financieros debe ser continúa y, en aumento. En qué , todo debe ser pensado , no para un ahorro administrativo , sino para una calidad de servicio que tiene como paradigma central , el acceso y el bienestar de los individuos al ejercicio efectivo de su derecho fundamental a la salud.

Hablar de un derecho fundamental a la salud pasa por colocar, en la más amplia cobertura territorial, los instrumentos financieros, de infraestructura, los recursos humanos, las pedagogías estratégicamente repartidos sobre todo el territorio. Pasa también por una transversalidad de políticas que aseguran que estos elementos están presentes, no solo en el campo sanitario, directamente tutelado por autoridades sanitarias, pero que se reproducen en los ambientes laborales, educativos, en la convivencia social.

Ahora bien, llegamos a la pandemia sin la implementación de este tipo de políticas transversales .Sin una definición de responsabilidades sectoriales, sin una definición de protocolos preventivos a nivel de sectores de actividad, sean ellos gobierno, sector empresarial, educación pública, etc . Esta omisión normativa y, esta inconsciencia colectiva es la raíz de nuestro estado presente de indefensión. Pensaríamos que todo a cambiado en los últimos cuatro meses y, la respuesta es NO. En particular, el poder legislativo ha estado ausente , sin tomar el pulso de un diagnóstico de sus responsabilidades, sin asumir su papel para asegurar un encuadramiento presupuestal , una reingeniería de sectores estratégicos , ni una arquitecta jurídica que imponga obligaciones transversales y sectoriales para eliminar los errores pre -,Covid y preparar el país para las futuras pandemias .


Ahora bien , este es el terreno en qué no de deben admitir actitudes de no » cambiar » nada ni ausencia de voluntad política para producir los textos normativos que obliguen a cambiar de «paradigma «.
En lo concreto , no podemos estar a la merced de » reacciones » via decreto(s) de los poderes ejecutivos, ni de «validaciones » de los mismos por el poder judicial. Frente a esta crisis no teníamos una arquitectura legal clara de las responsabilidades sectoriales y de las personas físicas y morales . Hoy por hoy , es obligatorio tenerla . O sea, es una urgencia crearla y, esto compite a un poder legislativo que ha estado ausente, criminalmente omiso.

Ausente por el pasado reciente, ausente durante la gestión de la respuesta , ausente en la colocación de las reformas necesarias para que la impreparación , la indefensión con la cual llegamos a la era de la Covid 19 no se vuelva a repetir.
Porque no tendremos solo esta pandemia. Tendremos otra y otra y otra. Porque es necesario establecer en la ley laboral las responsabilidades frente a las enfermedades altamente patogenicas y cuya transmisión se hace por contacto directo y/o por vías respiratorias. Lo mismo para el sector educación. Lo mismo para establecer, con claridad , las responsabilidades compartidas entre federación, Estados y municipios. Obligar a políticas públicas de prevención de riesgos , de cubertura y de seguros.
Porque en primera (y última instancia) la función de un político electo es de prevenir los peores de los escenarios. Y, en el siglo XXI, las pandemias son , para parafresear a García Márquez , “crisis anunciadas”.

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