CALMA, CALMA… ¡QUE NO PANDA EL CÚNICO!

Por: Arturo Alejandro Bribiesca Gil

Al momento de definir el título del artículo, me surgió la duda de si los millenials más jóvenes entenderán la referencia chespiriana o pensaran que hay un error ortográfico en él, anyway, decidí mantenerlo porqué muy seguramente de mis cinco lectores ninguno es millenial.

Obviamente hablare del desabasto de gasolina que afecta a Michoacán y otros estados de la república desde hace al menos una semana, y que en los últimos días lejos de solucionarse se ha recrudecido.

Creo que la inmensa mayoría de mexicanos estamos de acuerdo en la implementación de políticas públicas que acaben o lleven a una mínima expresión el robo de combustible conocido coloquialmente como huachicoleo, el problema, al parecer, ha sido la implementación de la política pública tomada con ese fin, pero permítanme aclarar algo, el presente texto no pretende satanizar ni idealizar lo que está sucediendo, solo podremos calificar las decisiones tomadas en un futuro, contra resultados, antes es ocioso. En breve verán a donde voy.

En 1973 hubo una gran crisis mundial petrolera, suscitada –wikipedia dixit- a raíz de la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (que agrupaba a los países árabes miembros de la OPEP más Egipto, Siria y Túnez) con miembros del golfo pérsico de la OPEP (lo que incluía a Irán) de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur (llamada así por la fecha conmemorativa judía Yom Kipur), que enfrentaba a Israel con Siria y Egipto. Esta medida incluía a Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental. Notoriamente esta crisis hizo de la gasolina un bien escaso y caro en gran parte del mundo.

Para lo que nos interesa, aterrizaremos en los Países Bajos, país que fue severamente afectado por dicha crisis, lo que llevó al gobierno a prohibir el uso de todo vehículo de motor de combustión los domingos, exceptuando de ello a la policía, bomberos y ambulancias. La prohibición duró poco más de dos meses, fue mucho o poco el lapso, es relativo, usted amable lector tendrá su opinión de ello, pero lo que con cautela me atrevo a sugerir, es que esta política obligada y forzada de domingo sin coches, bien puede ser uno de los factores germinales, entre otros, que hacen que hoy día Holanda sea un país modelo de movilidad urbana para la convivencia entre automovilistas, ciclistas, peatones y transporte público.

Las adversidades cambian mentalidades, no lo duden, para bien principalmente; siempre he sostenido que el hambre, en sentido amplio y figurado, es didáctica y formativa.

Retomando, hace dos años, cuando el alza de las gasolinas escribí en diverso artículo, que dicha problemática debía ser abordada desde un punto de vista resiliente que nos permitiera sacar algún beneficio de la adversidad, invitación que suscribo nuevamente, ahora ante la escases del vital combustible.

Aquella invitación, hoy ratificada, era a diversificar y alternar nuestros medios de movilidad; de manera que al organizar nuestra vida cotidiana y toda actividad extraordinaria, planeemos la agenda pasándola por el tamiz de la movilidad, que consta de seis posibles opciones que son, en ese orden, las siguientes: caminar, uso de la bicicleta, el transporte público colectivo, el vehículo privado de uso compartido (carpool), el transporte público individual (taxi, Uber, Cabify, etcétera), y, la última opción, el vehículo personal.

Como señale en aquel texto, en la toma de la decisión del caso concreto influirán diversos factores, tales como la hora, los tiempos, lugar de destino, vestimenta, el clima, etcétera. Sin embargo, es importante destacar que caminar y usar la bicicleta, además de contribuir a tu economía, genera amplios y tangibles beneficios de salud a corto, mediano y largo plazo; a lo anterior hay que sumarle la contribución que se tiene con el medio ambiente y con la sociedad en general, al ahorrar combustibles, hoy escasos, y reducir el tráfico vehicular.

Aprovecho el espacio para compartir una tesis personal, dirigida a nuestra clase media: si aumentamos la demanda en el transporte público colectivo, es inevitable que, aunque de forma gradual y lenta, se eleve la calidad del mismo. Hoy, estamos en el momento perfecto para sembrar la semilla de la movilidad sustentable en Morelia. ¿Harás tu parte?

En fin, un último exhorto: Calma, calma… ¡que no panda el cúnico!, recuerden que en México no pasa nada, y si pasa algo, no pasa nada.

Otrosí: Mi reconocimiento al gremio transportista de Morelia, que allí están, no sin dificultades, brindando su servicio público, particularmente a las rutas que parte de sus vehículos fueron convertidos a uso de gas natural, lo que ha permitido que su servicio continúe sin afectaciones por el desabasto, y muy especialmente al líder de la Ruta Gris, Fernando Orozco, y a sus integrantes, que incluso han extendido su horario nocturno.

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